Mi lectura del Quijote, segunda parte 17 y 18

El Quijote23

Jorge Luis Contreras Molina

 

Para don Quijote fueron muchos los días que pocos resultaron para Sancho en los cuales don Diego hizo las veces de anfitrión animoso a efecto de que la luz del Caballero de los Leones iluminara una casa llena de insipientes poemas escritos por el hijo casi pródigo, don Lorenzo.

Sancho comió. Descansó de sus muchos trabajos.  Hasta tuvo quien le sirviera.  Pero la felicidad es efímera.  Llegó la hora de salir hacia la cueva de Montesinos.

La versión que leo tiene un equívoco infame.  Utiliza la palabra derrota para referirse a derrotero. Pinta mal el nuevo viaje.

Habían llegado los héroes a la casa de Diego luego de que se encontraran fortuitamente en el camino. Antes de que huyeran todos en tumulto desconcertado por la inminente liberación de uno de dos leones con el que don Quijote planeaba contender.

El león estaba demasiado domesticado. Se había acostumbrado a su jaula.  Al verse libre solo se desperezó, vio timorato la libertad, y se volvió hacia la seguridad de las rejas.

El leonero se hizo escritor.  Inventó un evento de lucha y furor, de amenazas e intimidaciones entre la fiera y el hidalgo.  Al volver los fugados vieron al héroe vencedor fabricado por la mercadotecnia del carcelero.

No puedo dejar de decir que don Quijote encontró evocaciones de su Dulcinea en la casa de don Diego.  Fue feliz.  Más que cuando venció al león y se cambió el apelativo de triste vencedor de fieras.

 

Mi lectura del Quijote, segunda parte 16

Jorge Luis Contreras Molina

 

000427520Tiene Sancho llena la vida de pasados imaginarios que se adueñan del presente.  Sucede que la impresión del vecino y compadre, disfrazado de escudero grotescamente narizón, es ahora la perseguidora imagen que puebla la mente del simple Panza.

Don Quijote también hace remembranzas; pero estas sirven solo para elevar el momento presente que, como diría el Zorro, solo tiene un punto en contra: su Dulcinea sigue encantada.  Ni los palos, ni las piedras, ni las persecuciones, ni los desagradecimientos impactan su triunfante corazón quijote.

Cuerdo y loco se muestra casi a una misma vez el hidalgo ante un viajero que es invitado a hacer el camino con ellos. Habla Quijano del boom que su historia ha representado para la imprenta. El de verde se desconcierta por lo sesudo del contertulio que discurre acerca de la educación de un hijo del viajero que parece no ser tan perfecto como su padre.

Los poetas nacen. La estrella los signa. Pinta de ingenio su camino que, según cantarían algún tiempo después los Beatles, debe dejarse ser. El hidalgo opina que solo es censurable lo nefando en la temática del escritor; pero que si mantiene el decoro puede escribir, aunque fuere, estéril poesía.

La elocuencia del hidalgo impacta.  Siempre sucede. Porque es un hombre de principios, de convicciones, vertical, enamorado, y el portavoz de un Cervantes a quien el éxito ya le hormiguea en el cuerpo.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 15

Jorge Luis Contreras

elQuijoteFalló el conjunto de intenciones buenas que en complot infame querían vencer al hidalgo y, en virtud de su código vertical, volverlo a su casa en calidad de preso a merced del mandato de un caballero oscuro inventado para la empresa.

El formidable complot se formuló en el instante mismo en el que Sansón animó a Quijano a seguir sus andanzas.  El razonamiento era simple: sosegar a un don Quijote que vencido aceptaría estar a merced del triunfador de una justa de caballería en la cual el hidalgo nunca podría ganar.  Pero ganó, y al hacerlo se ganó un enemigo de verdad.  Uno más formidable que la inquisición que a ratos se asoma.  Uno dolido por una derrota que por impensable le resulta más difícil de sufrir.

Carrasco despide a su falso escudero y, falso como es, se queda urdiendo una manera nueva de moler a golpes al hidalgo para, secundario fin, llevarlo a casa mientras se consuma una venganza de la que los dos locos compañeros de camino no tienen ni remota noticia.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 14

Jorge Luis Contreras

quijote_sanchoSustos y consolidaciones. Indignado el Hidalgo ha tenido que sufrir la afrenta de la ligereza con la que el atrevido Señor de los Espejos llamó inferior a su Dulcinea.

Solo queda luchar.  Se azuzan caballos escuálidos que son llevados al límite para que den, en el caso de Rocinante, la única carrera de su vida sedentaria. Aviadas, carreras, estorbos, equívocos, honor. Sancho, medroso; el escudero del de los Espejos, feo y provocador.

Ya arrancan, ya paran los contendientes para auxiliar al gordito y para provocar al destino y signar la derrota del histrión.

El Señor de los Espejos no vio venir el castigo de su embuste.  Un mazazo, un tren, un toro, un género de aplanadora lo desvaneció sin que pudiera invocar ni piedad ni leyes caballerescas.

Sansón disfrazado ha hecho su primer intento.  Ha querido retornar a Quijano.  Esta vez falló y casi muere a manos del Quijote que piensa en los eternos encantadores.

Sancho es más Quijote cada vez.  Imagino a Sansón Carrasco lívido en el suelo de la derrota, y la voz del escudero que sin remilgo alguno baja el pulgar solo para que el número de enemigos imaginarios de su amo se reduzca en una unidad.  Sus ojos de Sancho vieron para otro lado.

La pírrica victoria resuena aun en las cabezas de la singular pareja que enfila hacia Zaragoza.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 13

Jorge Luis Contreras

quijote (1)Pessoa tiene un río que por pertenecer a pocos es más bello que el Tajo.  Pura sencillez trasunta Sancho cuando plantea una tesis similar referida a su jumento.  Y a sus hijos.  Y a su mujer.

Amor puro, afecto que nace del corazón, y una admiración noble ha sabido despertar don Quijote en el sencillo corazón de un tierno Sancho.

En Tortilla Flat Steinbeck hace ingeniosos juegos que son encarnación punzante del risueño pasaje de los escuderos compañeros del vino. Aunque Sancho se topa con un escudero que ha hecho de todo menos votos de pobreza. Don Quijote es un señor austero, comedor frugal, hijo de las privaciones, preconizador del poco equipaje. El que con el hidalgo habla en las sombras del bosque se hace acompañar de un hombre que se da la buena vida.

Sancho aprende pronto.  El campo semántico de algunas palabras pasan de insultos a encomios a través del vino y de la comida gratuita.

Don Quijote se estremece.  Su ímpetu da saltos refrenado por una cierta continencia que ha desarrollado en sus muchas aventuras.  Apenas logra que su contertulio exponga. El caballero del bosque se dice valiente, combatiente sin igual, enamorado de Casildea y, vencedor del Caballero de la Triste Figura.

Noche o día. Igual es para don Quijote. Quiere pelear ahora. No tiene freno. Ha sido afrentado por su homónimo.  La fibra íntima se estremece.  El honor juega entre hidalgos, la imitación entre escuderos.  Titanes preparan argumentos bélicos porque no hay otro camino para que la verdad se sepa.

Ahora la parodia se hace más.  Ahora la burlona novela de caballería teje un episodio epopéyico.  Tiemblo mientras asoma el catorce.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 12

Jorge Luis Contreras

DonQuijoteEl teatro es solo una representación.  Sancho vive, y en ese sentido es una extensión de don Quijote y su incuestionable vitalidad. Y es que el escudero ha visto que los collares y adornos de los actores eran tan falsos como un billete de quince quetzales. Hay que explicar el punto.  Didáctico el señor instruye al siervo.

Y si Dulcinea sigue embrujada. Y si solo simples como Sancho pueden ver su sin igual belleza. Y si los enviados penitentes no logran dar con ella cuando don Quijote los venza y los designe para mostrarle respeto y admiración a la dama… ¡Ah! El mundo de los sueños es un laberinto complicado de ver y no ver, de ser y parecer, de embrujos y malicias.

Se cuela por una rendija el Cervantes crítico, académico, teórico, y hace alusiones veladas a su propia producción teatral.  El pretexto es el extraño encuentro con la carreta de la muerte que terminó a la mala con el hidalgo afrentado y el escudero puesto en evidencia.

Ósmosis ha sido para Sancho el tiempo que han aventurado los amigos.  Ya hasta habla bien.  Ya hasta ironiza con alusiones a cierto abono orgánico que es un símil de las enseñanzas del hidalgo y que ha hecho florecer el mundo de las ideas del ingenuo escudero.

Pero el bosque guarda un secreto. Así como el desierto del Principito esconde el pozo. Hay un igual. Hay un quejoso caballero andante que sufre. Que tiene escudero. Que tiene dama. Que honra a su señora mientras la pone por encima de todas las demás.  Eso incluye a Dulcinea.  Eso hace que el resorte del amor levante a Quijano y lo ponga en guardia.

Dos diálogos ocurren paralelos.  Los dos señores en el filón hidalgo.  Los dos escuderos en un festín de dichos y anécdotas.

Hay en el aire un reflejo peligroso para nuestro héroe.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 11

Jorge Luis Contreras Molina

Quijote, vas por la noche

cuajada de voces,

menguado

hasta el alma

por la voz tosca

que quedó

del esperado canto

alucinador de Dulcinea.

Otra vez ganan los malos,

otra vez a tus ojos sorprendidos

acuden solo sombras,

solo ordinarias imágenes

de lo que tú sabes

es un pensamiento diáfano

hecho de cristales y éter

que puedes asir

si cierras los ojos.

Quijote, confrontas presto

a la muerte, al diablo, al cielo.

Quijote, amas la vida,

amas el teatro,

has amado siempre

tu fama de hombre libre,

de inquisidor profano.

Defiendes con armas y flores

a tu creador,

a tu manco fecundo

que a su imagen te hizo.

Demonios parlantes,

Muerte que es solo disfraz,

ángel que nada cuida,

emperador que es solo apariencia,

Cupido sin máscaras,

actores de autos,

todo un desfile de destinos,

todo un enjambre de reflejos,

un equívoco no más.

Cada cual a lo suyo,

todos a la senda

del devenir que es

un ir y marcharse

del gozo a la angustia

que nos juntan,

aunque las ideas

nos lleven a puertos hostiles.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 9 y 10

Jorge Luis Contreras

La Sierra Morena está lejos dormida en el sueño del Quijote que ha hecho de sus experiencias motivos para soliloquios y recuerdos.  La Sierra Morena es el juez del pasado que amenaza al mentiroso escudero tartamudo presuroso y escapista indigno.

Ya que no hubo primer encuentro del escudero con la señora Dulcinea, ahora que el hidalgo pretende renovación de votos se nos revelan locuras nuevas que están más allá de las pretéritas.

Ya sale el hidalgo del pueblo.  Con engaños Sancho lo lleva al bosque para que espere su ansiada cita con la señora de sus pensamientos.

Sancho lleva mandato del psicólogo y brujo.  Debe observar los gestos de la dama y reportar.

A pocos metros el rusio se detiene.  Sancho se cuestiona en monólogo ingenioso y profundamente analítico.  Resuelve: a) que don Quijote está loco, b)que Sancho, también, un poco, c) que las visiones extrañas han sido muchas y pueden fabricarse a conveniencia…

Desfilan tres aldeanas, marchan cien mentiras sanchescas y se turba el corazón hidalgo.  El teatro está montado. Pero don Quijote nada ve.  Solo realidades.  Solo la verdad.  Es desdichado porque los encantadores –dice- gobiernan su vida y lo privan del grato encuentro añorado largamente.

En lugar de bendiciones dulces recibe pestilencia hombruna.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 8

Jorge Luis Contreras

Escucho la voz del Quijote. Ya no hablamos así. Más bien no hemos sabido nunca hablar así.  Es gallardo el decir hidalgo, incuestionable.  Sancho topa su palabrería vulgar con el frontón del elevado tono discursivo del gigante enamorado.  Van al Toboso.

No es solo la profundidad del Quijote; es, y más contundente, la poética cadencia que embelesa al lector cuando Quijano expone sus argumentos.  Ángel es Dulcinea, ángel tiene la del Toboso, ángel como León Felipe llamaría a nuestra Isabel.

Don Quijote percibe, como siempre, simple a Sancho.  Le endilga, le acicatea, le declama, y, sobre todo, le declara que su amor por Dulcinea es una decisión. Sancho puede solo en su defensa anunciarse simple, transparente y fiel creyente.

Sancho, el simple Sancho, discurre largamente acerca de la trascendencia de los caballeros matagigantes y su inferior condición respecto de los santos mártires cristianos que llegan, incluso, a tener templos de veneración más solemnes que reyes y césares. Luego, colige, habrá que hacerse frailecillos humildes con pasaporte seguro al cielo.

Sancho es ahora hijo de la zozobra. Mintió a su señor acerca de Dulcinea.  La verdad asoma rauda cuando amanecen los héroes a las puertas del Toboso.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 6

Jorge Luis Contreras

Capítulo 6

Y, otra vez, los salvadores asechan.  Esta vez la criada mastica retóricas para que don Quijote desista.  El hidalgo, en acto gentil, se baja de su dignidad caballeresca para persuadir a la ingenua.  Le hace ver que, andando los caminos con el honor como divisa, él solo cumple su destino.

Al alegato ya se suma la sobrina.  El de la triste figura se pone cariñoso. Don Quijote es fuerte, valiente, sano, caballero.  Otra vez los lectores a quienes cansa lo ordinario y hastía vivir en la era de la vulgaridad pueden preparar la partida para, con hidalguía ilimitada, salvar al mundo de su estrechez y escasas luces.

Ya diserta Quijano cual predicador de púlpito.  Este dice la verdad.  Discurre Alonso respecto de los linajes humildes, grandes, venidos a menos, acrecentados, plebeyos, nobles… Desfilan faraones, césares, príncipes, monarcas.  El hidalgo los usa para darse la razón, para que posibilite su nueva y legítima salida tres, con más armas que letras por camino estrecho que lleva (y llevó) a la inmortalidad.