Mi lectura del Quijote, segunda parte 5

Capítulo 5

Jorge Luis Contreras

Don Quijote es un gran vendedor de sueños.  Los cuestionables anhelos del hidalgo son ciertísimas realidades para Sancho, y se constituyen en problemas vitales para la señora Panza. Los destinos de la familia del escudero están en discusión.  Fábulas, apólogos, alegorías, cuentos didácticos se han multiplicado para hacer que los hombres aterricemos dejando de lado la ilusoria posibilidad cuya sentencia más probable es un no rotundo porque la vida es, más bien, trágica. Esto cuando construimos sobre posibilidades.  Aquí el tono de la discusión de los Panza se eleva porque ella quiere para su hija un igual como marido, mientras que el nuevo corredor de aventuras la vislumbra casada con alguno de sangre real.

Lo interesante es el vertiginoso camino que los esposos recorren subidos en el vehículo de los sueños que ha echado a andar don Quijote. Mientras los vemos hablar también vemos que Sancho, cada vez más, parece Quijote.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 4

Jorge Luis Contreras

Capítulo IV

La música de los peros ha dejado su lugar al resuelto caballero que ya se apresta a seguir la construcción de su sino. Sansón y Sancho han configurado el mapa que las noticias respecto de los compañeros debieron seguir.  Magistral ha estado el escudero.  Nos aclara que los dineros aquellos de los que se apropió, no solo se los quedó, si no que le han servido para comprar tiempo de aventuras.  La mujer de Sancho ha sido la recipiendaria de la plata, y esto ha sido razón suficiente para que acepte la lejanía de su futuro gobernador de ínsulas.

Otra vez el hidalgo pone como figura central a Dulcinea.  Esta debería ser motivo de un acróstico.  No sé si se escribirá, ni si lo hará Cervantes o destinará a algún personaje para tal empresa.  Me adelanto.  Esta es mi propuesta para el Caballero de la Triste figura.  Allá él si acepta mis dulcineas líneas.

Dulcinea del Toboso

Única gemela voz

Legítima visión de añoranzas

Centinela de las vigilias

Imagen ideal

Nostalgia de la ausencia

Emperatriz de los pensamientos

Anhelo del corazón

Distante gozo

Evocadora esperanza

Luna fugaz

Tertulia de las almas

Ofrenda vital

Búsqueda feliz

Ojos de llano

Soledad animosa

Otredad y pertenencia.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 3

Jorge Luis Contreras

Capítulo III

Pulso. Sansón Carrasco, narrador del narrador; Sancho, sufrido ser amigo de verdades; y don Quijote, ingenuo amante de la grandeza; alternan voces para contar, corregir y revisar la vida que no se agosta, más bien anhela que el gigante soñador salga de la modorra de la convalecencia.

Escritores de lo obvio son aquí puestos en evidencia y enviados a lo más bajo de la jerarquía de los creadores.  El realismo de la novela es tal que surgen risas para contar de escritores cuyas letras no tienen relación alguna con los hechos contados.  Las metáforas son tan malas en estos pseudoliteratos que se hacen necesarias las glosas a razón de varias páginas por fragmento creado. Gallo mal pintado necesita de rótulo que aclare qué representa la amorfa figura que se expone. Esto es igual para la historia del caballero.  El moro contador puede haberse quedado corto o quizá torció la realidad vital de don Quijote. Carrasco lo defiende, el hidalgo desconfía.

El boom de 1605 ha hecho que no falte un don Quijote en cada casa respetable. Ya se empieza a inmortalizar a los personajes del relato.  La iniciada fe de erratas es interrumpida por la panza de Sancho que demanda atención. Pausa.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 2

Jorge Luis Contreras

Capítulo II

Perennes discusiones.  Queremos culpar a otros de lo que somos.  El medio, los amigos, las figuras de autoridad que pasan a ser culpables de mi nefanda manera de ser; pero nada nos impide ser buenos.

Los destinos de Sancho y Quijote están unidos, han sido aventuras de los dos vividas con simpleza o con grandeza amalgamadas en un sino de amistad misteriosa y trascendental. Uno es quizá el cuerpo, otro la cabeza; pero ambos son inseparables complementos.

Otra vez es la novela moderna, otra vez nos ofrece magistrales rasgos de lo que se venderá como novedad en el siglo XX.  Lenguaje figurado y objetos reales en la primera etapa de una narración, luego las figuras solas y poderosas bailando en la página y seduciéndonos la mente.

Señor y escudero están, según ellos, a solas.  Espías y emisarios escuchan que Sancho cuenta que el nombre del hidalgo está en entredicho.  Nada preocupa esto al que sabe que todos los grandes han sido falsamente denostados.

Hay un círculo denunciado por Sancho: un omnisciente escritor ha contado las intimidades de la pareja caminante.  El alto explica al simple que es, una vez más, un producto de los brujos.

Como don Quijote es un hombre práctico, amigo de realidades y enemigo de las oídas, manda que se busque la fuente de los decires que repite Sancho.  Ya se asoma el bachiller Sansón Carrasco y esta segunda parte intenta levantar un vuelo casi malogrado por cierto Avellaneda.

Mi lectura del Quijote, segunda parte

Jorge Luis Contreras

Capítulo 1

El principio de identidad se hace patente al leer el capítulo uno de la segunda parte del Quijote.  A la manera que propusiera Bloom (malas, así como fuertes lecturas) sigo con aire renovado la carismática tarea de asir al hidalgo en todas las facetas de su extraordinaria personalidad.  Quijote es igual a Quijote aunque en medio estén la desaprobación y la falsa tarea salvadora que proviene de espíritus chatos.

El héroe ha vuelto.  Cuando se le habla de trivialidades se lo ve cuerdo, pero no acepta historias cuando tiene que acudir al ser íntimo de su condición de caballero andante deshacedor de entuertos y salvador de desvalidas doncellas.

La sobrina, el barbero y el cura son, otra vez, la decoración insana de un mundo estático, gris, retorcido que, hincado, pretende persuadir al de la triste figura para que deje de ser.

Los redentores se escandalizan.  Don Quijote sabe que vive y morirá caballero con Dios de testigo aunque el barbero cuente moralizantes relatos de locos que fingen cordura.

Puesto que todo tiempo pasado fue mejor, don Quijote aboga por un reino que valore a sus andantes caballeros y los tenga como su reserva de invencibles.  Ante los detractores de la caballería pone su testimonio.  Él ha visto al Amadís de Gaula que valiente y corajudo era el más sensible y mesurado de los hombres.  Sabe que Roldán fue traicionado por Angélica porque esta era frívola aunque su hermosura fuera cantada por el mismo Lope.

El mundo de Heráclito corre como el río que no nos da las mismas aguas dos veces.  Pero, firme y claro está don Quijote para saludar a Parménides y ser la reserva moral de tiempos difíciles.

El Quijote, anotaciones de un lector 20

Jorge Luis Contreras

Capítulos 51 y 52

Vencido, enfermo, sin destino cierto, amarillo… el hidalgo fue, por fin, llevado a su aldea, a su casa, al seguro mundo que los otros le preparan diligentes.  Ha habido tiempo para una historia más (un cabrero que habla con los animales), para un enemigo más (otras invenciones del hidalgo que terminan en molimientos y magulladuras), para la ignominia del caballero inconsciente trasladado al refugio.

El revuelo fue generalizado.  Cervantes, cruel, hace que el héroe vuelva a casa un día de mercado. Es hora de dar cuentas. Sancho, increpado por su mujer anuncia que lleva las manos vacías pero tiene un corazón lleno de ofrecimientos y de buenas intenciones que lo hacen sentirse el más rico de los hombres.

Mario Vargas Llosa propone en La tentación de lo imposible que Víctor Hugo es Narciso hablando de sí, mostrándose, pidiendo, con la más extrema de las sutilezas, la atención de todos, disfrazado entre sus líneas nada miserables. Cervantes vuelve a sorprendernos cuando, al término (un poco precipitado) de su obra intenta decirnos que otro ha sido el autor, que otros buscadores de tesoros pierden, encuentran y vuelven a perder páginas que cuentan la vida del Quijote.  Traductores, curiosos, suertudos, incautos… se topan con el relato encriptado, deshojado, desarmado… fascinante.

Cervantes ha fundado la gran novela moderna, ha fabricado dos personajes definitivos, ha hurgado en las profundidades para plasmar las aspiraciones que duermen en la noche de Freud.  Pero Cervantes es un soldado, y como tal está cansado de novelar, quiere acción, quiere cerrar la página, dejar en suspenso a los lectores apasionados, acabar con su Quijote, lanzar la piedra que ha de trascender tiempos y sitios para ser el asidero de teorías, desvelos, gratas desocupaciones, infames simplificaciones… eternas conjeturas.

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Jorge Luis Contreras Molina

Capítulos 49 y 50

Cacofonías. Y la voz de Sancho es la del inocente ambicioso que se ha ido transformando gracias a la cercanía del hidalgo Quijote.  Ya argumenta, ya anuncia que también el caballo está triste porque su amo no quiere entender que no hay encantamiento, que lo llevan a la mala, que le quieren vedar el derecho de ser, que le mueven el destino hacia la cordura indigna.

Y Sancho no es bueno para argumentar; pero es un hombre práctico que logra llevar al soñador hacia el terreno de la comprobación.  Si el hidalgo fuera de la jaula hace lo que todos los humanos, entonces ha sido engañado. Y sucede.  Don Quijote sale y vive su condición de normalidad; pero solo para anunciar que el hechizo es muy poderoso, tanto que hasta le permite actuar como todos.

El canónigo sigue espantado por el género de locura del caballero. Los libros son culpables del permanente delirio del héroe.  Lejos y volando está el Quijote que ahora arremete, con ciertísimos argumentos, contra falsas apariencias del canónigo.  Como la canción, Amadís es más verdad que la verdad. Falso el negador de hazañas, falso el obtuso horizonte del letrado, falsa la prisión, falsas las voces, falso el mundo que se rebela contra el único que vive de verdad.

Los libros de caballería, y más esta parodia magistral, nos hacen mejores seres humanos, destierran la melancolía, sanan, nos hacen valientes, diligentes, de buena sangre, generosos, corteses, atrevidos, sensibles, estoicos, caballeros, quijotes.

El Quijote, anotaciones de un lector 18

Jorge Luis Contreras

Capítulos 47 y 48

Los inquisidores murmuran y murmuran alrededor de argumentos pueriles respecto del valor de los libros de caballería.  Se hacen bolas diciéndose que esos textos no valen para nada más que para entretener; pero, como fantasean, hacen falsa la realidad, y precipitan lo verdadero en el abismo de lo maravilloso.  Estériles argumentos de hombres estériles, que analizan la vida de los otros con un cristal chato y ahumado.  Don Quijote va enjaulado, va amarrado, va contrariado, va, como siempre, cargado de estoica mesura.

El universo caballeresco con sus ideales luminosos y sus sombras constructoras de leyendas subversivas subyuga, empero, a los hablantes que intercalan más concesiones de las que quisieran. Cuando el prójimo es un alma gigante, un corazón enorme, no se puede, ni en la crítica, dejar de verse influido.  Y don Quijote, más que influjo, es un envolvente milagro avasallador de espíritus ordinarios.

Para salvarse de una existencia ordinaria don Quijote tomó la decisión de ser un héroe.  Ahora Sancho va a la carga tratando de hacer que su amo razone.  Intenta descubrir el engaño de los captores del hidalgo.  Pero, incólume, don Quijote muestra que su mundo es coherente y ahí solo pueden cura y barbero ser el engaño de un viejo enemigo mentiroso.

Sigue preso. Viene Ahora una larga charla con su escudero. El cortejo se ha detenido.

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Jorge Luis Contreras

Capítulos 45 y 46.

Sancho y don Quijote se han mutuamente domesticado.  Esto en el único sentido posible: en la complementariedad, necesidad y búsqueda de los lazos propuestos en El Principito.

El mundo de don Quijote es un mundo de sueños, es un mudo de ilusiones, es un mundo de posibilidades mil con explicaciones para todo hecho.  Hay fantasmas, hay invenciones, hay honor, el eterno honor del hidalgo que siempre cumple sus promesas.

La novela se hace circular.  Todo pasa y todo está hecho de recuerdos vívidos que hacen mella. La flema del caballero, su estoicismo, su manera de soportarlo todo, todo. La estancia en la venta se hace insufrible.  Pero el trance de partir no puede ocurrir por las vías normales.  Hay ahí hasta delegados de la inquisición. Se necesita una fuga de novela. Histriónicos todos hacen que el drama suceda.  Don Quijote está cansado de sus muchas batallas y ahora duerme, y mientras lo hace es atado y puesto en  una cárcel peculiar que se explica como un encantamiento natural.  Todos siguen la corriente.  Sancho se preocupa. Se hace el intento de llevar a don Alonso de vuelta a casa.  Y, claro, las únicas armas que se pueden emplear son las del mundo de los libros de caballería.

Cervantes se hace buena prensa.  Si criticar quería los libros de caballería; poco a poco pierde la batalla.  Aquí habla de una de sus obras al tenor de voces inquisidoras de cierto canónico que de moral sabe mucho y de literatura, casi nada. Confirmado: es el Quijote una novela moderna.  Hay polifonía.

La vida es sueño y el hidalgo sabe soñar.

El Quijote, anotaciones de un lector 16

Jorge Luis Contreras

Capítulos 42, 43 y 44

Don Quijote sigue en la venta.  Su brazo está prisionero, mientras cuelga malamente anclado al rucio.  Sabe perseverar, aunque llora un poco pensando en la falta que al mundo le hará si muere ahí vigilante llamando a Sancho y pensando en su Dulcinea.

Más del pasado.  El barbero a quien se le despojó del yelmo que, por supuesto, solo es tal para el hidalgo, ha vuelto y ha reconocido a los bandidos. Alrededor de este hecho se teje una broma de la que participan los huéspedes.

El mundo de don Quijote permanece impertérrito.  Entran y salen de él los otros, los que no logran entender.  Unos llegan al círculo por convencimiento (momentáneo), como Sancho; algunos por erradas convicciones, como el barbero y el cura que quieren rescatar al héroe, otros por pasar un rato de risa y burla.  El universo quijotesco subyuga, absorbe, ennoblece, hace suspirar, provoca ira, inspira.  Nadie puede quedar ajeno.

Todos los demás (que ya son muchos) tienen su propio encuentro con el pasado.  Historias paralelas cuasicursis. Unos en la broma, otros agonizando de amor, cerca de la locura, disfrazados de pastores, cantantes de tristezas, misioneros prosaicos, y, hasta, funcionarios que tienen un destino en las Américas. Hay –diría Isabel- amor y sombra.