Mi lectura del Quijote, segunda parte 24 y 25

Jorge Luis Contreras Molina

Honoré_Daumier_017_(Don_Quixote)Hay un primo que se dice escritor de secuelas. Los griegos y romanos tienen asegurada su trascendencia a través de las segundas partes que este hará de epopeyas y tratados.

La ironía que distingue a la gran literatura emerge de su sueño falsamente prosaico para incrustarse en hilaridades propias de iniciados lectores que no podrán contenerse ante dilemas relacionados con si hay o no naipes en el mundo carolingio.

Un viajero. Armas. Potencial aventura. Quijote curioso. Sancho indignado porque ha comido mejor con otros anfitriones. Aquí solo agua.

Es un joven que peregrina hacia la guerra. Camina resuelto y más cuando el hidalgo sentencia su frase, famosa ya, de armas y letras con estas menguadas y subordinadas aquellas.

Rucios y caballeros y escuderos y ermitaños y vislumbres de extrañas palabras apócrifas que que discurren desde el joven aprendiz de guerrero.

Osho habría querido inventar la teoría según la cual los ingleses dieron libertad a la India no por la presión pacífica de Mahatma Gandi, si no que porque liberarlos les resultaba económicamente mejor; pero antes Cervantes puso la tesis en labios del Quijote y sembró también esta plantilla que otros utilizarían con vestimenta de originalidad.

A reír. A reír porque ahora se viene una historia de rebuznos humanos más originales que los de jumentos que no compiten porque han sido comidos de lobos.  Más ironía.  Hasta se llega a la guerra porque aquello de rebuznar se ha vuelto marca registrada de un pueblo que está dispuesto a llegar a la guerra para defender su originalidad.

Charlatanes hay que van y vienen desde tiempos idos.  Un titiritero declara, a la manera de los psicoanalistas, conocer el pasado a través de un mono adivino que responde, como todos los de su gremio, vaguedades y frases que van igual aquí o allá según el temple y carácter del que escucha.

El pulpo aquel de los vaticinios alemanes tiene un antecesor digno a quien los poderes premonitorios le van y le vienen en fechas precisas.  Adivinar el pasado cuesta dinero.

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