Mi lectura del Quijote, segunda parte, 71

Jorge Luis Contreras Molina

Don Quijote malanda la senda. Tiene la esperanza de que la Señora de sus Pensamientos por fin vuelva a su condición de realeza. Pero los eventos no cuadran. El equilibrio del caballero es irrecuperable porque, en resumen, tiene demasiados enemigos a los que no debe combatir. Sancho también va cabizbajo. Cuestiones más pedestres lo perturban. Unos trapos que le fueron ofrecidos por la resucitada. Una cierta condición de médico que no recibe la paga debida. Hasta el apócrifo salta en las charlas taciturnas.

Repentinamente sucede. Quijote y Sancho logran un acuerdo pecuniario. En un aparte chistoso el escudero se flagela (según el hidalgo). Dulcinea queda a mil azotes de la libertad. El hidalgo no quiere que Sancho muera en el ciclo esperanzador de golpes que aquel cuenta con un rosario.

Quijote71Hablo de creer

de abrir grandes

los ojos curtidos

a fuerza de ruido.

Hablo de pensar

que es fácil volver

y volver a correr

la vieja llanura

minada por la infamia.

Hablo de soledades

las del apostador

las del giro

las del otro color

las de la pérdida.

Y hablo del camino

amargo afiebrado

comedor de sueños

sin vida

porque va

de la derrota

al hogar.

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