Mi lectura del Quijote, segunda parte 21

Jorge Luis Contreras Molina

El QuijoteDon Quijote, un cura, el novio rico, Sancho, los porristas de uno y otro bando se constituyen en los cómplices de una elaborada mentira que vaciada en recipientes de honor, benevolencia, amor, frágiles legislaciones, futuros incuestionablemente planificados… hará que giren las vidas de los implicados en el feliz final (de los que ya no existen).

 El Quijote sigue siendo la primera novela moderna.  Esta inocente incrustación nos hace pensar en japoneses con un honor tamaño Himalaya, o en suicidas amigos de morir en grandes locaciones. Basilio, en mancuerna con la novia finge una muerte infausta que por inminente puede pedir cualquier último deseo. Y solicita la mano de Quiteria.  Ya que el despechado morirá en minutos, Camacho honrará al mundo casándose con un viuda que solo estuvo unida unos instantes, y a un moribundo. Está armado el teatro.

Todo es mentira.  No hay herida mortal. No es timorato el acercamiento de la novia hacia el agonizante. Es un montaje para salir por la puerta de enfrente con la novia de otro secuestrada e irrecuperable.

Hasta don Quijote se pone del lado de los actores que se amaron tanto que hasta despertaron un ingenio que no se da en los olmos.

Sigue la fiesta de Camacho.  Ya sin novia. ¡Qué mas da! Se marchan los pobres enamorados.  El Caballero de los Leones va con ellos.

 

Mi lectura del Quijote, segunda parte 17 y 18

El Quijote23

Jorge Luis Contreras Molina

 

Para don Quijote fueron muchos los días que pocos resultaron para Sancho en los cuales don Diego hizo las veces de anfitrión animoso a efecto de que la luz del Caballero de los Leones iluminara una casa llena de insipientes poemas escritos por el hijo casi pródigo, don Lorenzo.

Sancho comió. Descansó de sus muchos trabajos.  Hasta tuvo quien le sirviera.  Pero la felicidad es efímera.  Llegó la hora de salir hacia la cueva de Montesinos.

La versión que leo tiene un equívoco infame.  Utiliza la palabra derrota para referirse a derrotero. Pinta mal el nuevo viaje.

Habían llegado los héroes a la casa de Diego luego de que se encontraran fortuitamente en el camino. Antes de que huyeran todos en tumulto desconcertado por la inminente liberación de uno de dos leones con el que don Quijote planeaba contender.

El león estaba demasiado domesticado. Se había acostumbrado a su jaula.  Al verse libre solo se desperezó, vio timorato la libertad, y se volvió hacia la seguridad de las rejas.

El leonero se hizo escritor.  Inventó un evento de lucha y furor, de amenazas e intimidaciones entre la fiera y el hidalgo.  Al volver los fugados vieron al héroe vencedor fabricado por la mercadotecnia del carcelero.

No puedo dejar de decir que don Quijote encontró evocaciones de su Dulcinea en la casa de don Diego.  Fue feliz.  Más que cuando venció al león y se cambió el apelativo de triste vencedor de fieras.

 

Mi lectura del Quijote, segunda parte 15

Jorge Luis Contreras

elQuijoteFalló el conjunto de intenciones buenas que en complot infame querían vencer al hidalgo y, en virtud de su código vertical, volverlo a su casa en calidad de preso a merced del mandato de un caballero oscuro inventado para la empresa.

El formidable complot se formuló en el instante mismo en el que Sansón animó a Quijano a seguir sus andanzas.  El razonamiento era simple: sosegar a un don Quijote que vencido aceptaría estar a merced del triunfador de una justa de caballería en la cual el hidalgo nunca podría ganar.  Pero ganó, y al hacerlo se ganó un enemigo de verdad.  Uno más formidable que la inquisición que a ratos se asoma.  Uno dolido por una derrota que por impensable le resulta más difícil de sufrir.

Carrasco despide a su falso escudero y, falso como es, se queda urdiendo una manera nueva de moler a golpes al hidalgo para, secundario fin, llevarlo a casa mientras se consuma una venganza de la que los dos locos compañeros de camino no tienen ni remota noticia.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 14

Jorge Luis Contreras

quijote_sanchoSustos y consolidaciones. Indignado el Hidalgo ha tenido que sufrir la afrenta de la ligereza con la que el atrevido Señor de los Espejos llamó inferior a su Dulcinea.

Solo queda luchar.  Se azuzan caballos escuálidos que son llevados al límite para que den, en el caso de Rocinante, la única carrera de su vida sedentaria. Aviadas, carreras, estorbos, equívocos, honor. Sancho, medroso; el escudero del de los Espejos, feo y provocador.

Ya arrancan, ya paran los contendientes para auxiliar al gordito y para provocar al destino y signar la derrota del histrión.

El Señor de los Espejos no vio venir el castigo de su embuste.  Un mazazo, un tren, un toro, un género de aplanadora lo desvaneció sin que pudiera invocar ni piedad ni leyes caballerescas.

Sansón disfrazado ha hecho su primer intento.  Ha querido retornar a Quijano.  Esta vez falló y casi muere a manos del Quijote que piensa en los eternos encantadores.

Sancho es más Quijote cada vez.  Imagino a Sansón Carrasco lívido en el suelo de la derrota, y la voz del escudero que sin remilgo alguno baja el pulgar solo para que el número de enemigos imaginarios de su amo se reduzca en una unidad.  Sus ojos de Sancho vieron para otro lado.

La pírrica victoria resuena aun en las cabezas de la singular pareja que enfila hacia Zaragoza.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 7

Jorge Luis Contreras

Capítulo 7

Dos planos.  Real es el llanto del ama que ve como se precipita su señor hacia la tercera desventura.  Real también su razón que ha dado hasta para proveer de la más rigurosa dieta al antes molido señor llegado de la segunda.  Sansón es joven y, como el león -piensa, muy al inicio- que podrá con la empresa de impedir la inminente salida del hidalgo.

Imaginación pura es el coloquio de Sancho y don Quijote.  Dichos y tergiversaciones empalman la famosísima charla con las posturas sustentadas en los libros del hidalgo y los mil refranes del panzón.  Don Quijote no desea negociar.   Sancho quiere sueldo, el hidalgo no puede ceder porque eso no está en los textos caballerescos.

Sansón, ahora asesorado por el cura y el barbero tiene preparada la trampa.   Ni la sobrina ni el ama sospechan hacia dónde va la labia  del bachiller que, en lugar de hacer entrar en razón al loco, lo precipita hacia el viaje que, percibimos, no tendrá regreso.  Se habla de testamentos, se anuncian escuderos haciendo fila para pedir el trabajo, se dan abrazos de Judas a mitad de la noche. Ya vemos las sombras caminantes.  La rechoncha con la bolsa del dinero, la escuálida y gigante con los ojos enternecidos por la aventura.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 6

Jorge Luis Contreras

Capítulo 6

Y, otra vez, los salvadores asechan.  Esta vez la criada mastica retóricas para que don Quijote desista.  El hidalgo, en acto gentil, se baja de su dignidad caballeresca para persuadir a la ingenua.  Le hace ver que, andando los caminos con el honor como divisa, él solo cumple su destino.

Al alegato ya se suma la sobrina.  El de la triste figura se pone cariñoso. Don Quijote es fuerte, valiente, sano, caballero.  Otra vez los lectores a quienes cansa lo ordinario y hastía vivir en la era de la vulgaridad pueden preparar la partida para, con hidalguía ilimitada, salvar al mundo de su estrechez y escasas luces.

Ya diserta Quijano cual predicador de púlpito.  Este dice la verdad.  Discurre Alonso respecto de los linajes humildes, grandes, venidos a menos, acrecentados, plebeyos, nobles… Desfilan faraones, césares, príncipes, monarcas.  El hidalgo los usa para darse la razón, para que posibilite su nueva y legítima salida tres, con más armas que letras por camino estrecho que lleva (y llevó) a la inmortalidad.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 5

Capítulo 5

Jorge Luis Contreras

Don Quijote es un gran vendedor de sueños.  Los cuestionables anhelos del hidalgo son ciertísimas realidades para Sancho, y se constituyen en problemas vitales para la señora Panza. Los destinos de la familia del escudero están en discusión.  Fábulas, apólogos, alegorías, cuentos didácticos se han multiplicado para hacer que los hombres aterricemos dejando de lado la ilusoria posibilidad cuya sentencia más probable es un no rotundo porque la vida es, más bien, trágica. Esto cuando construimos sobre posibilidades.  Aquí el tono de la discusión de los Panza se eleva porque ella quiere para su hija un igual como marido, mientras que el nuevo corredor de aventuras la vislumbra casada con alguno de sangre real.

Lo interesante es el vertiginoso camino que los esposos recorren subidos en el vehículo de los sueños que ha echado a andar don Quijote. Mientras los vemos hablar también vemos que Sancho, cada vez más, parece Quijote.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 3

Jorge Luis Contreras

Capítulo III

Pulso. Sansón Carrasco, narrador del narrador; Sancho, sufrido ser amigo de verdades; y don Quijote, ingenuo amante de la grandeza; alternan voces para contar, corregir y revisar la vida que no se agosta, más bien anhela que el gigante soñador salga de la modorra de la convalecencia.

Escritores de lo obvio son aquí puestos en evidencia y enviados a lo más bajo de la jerarquía de los creadores.  El realismo de la novela es tal que surgen risas para contar de escritores cuyas letras no tienen relación alguna con los hechos contados.  Las metáforas son tan malas en estos pseudoliteratos que se hacen necesarias las glosas a razón de varias páginas por fragmento creado. Gallo mal pintado necesita de rótulo que aclare qué representa la amorfa figura que se expone. Esto es igual para la historia del caballero.  El moro contador puede haberse quedado corto o quizá torció la realidad vital de don Quijote. Carrasco lo defiende, el hidalgo desconfía.

El boom de 1605 ha hecho que no falte un don Quijote en cada casa respetable. Ya se empieza a inmortalizar a los personajes del relato.  La iniciada fe de erratas es interrumpida por la panza de Sancho que demanda atención. Pausa.

El Quijote, anotaciones de un lector 20

Jorge Luis Contreras

Capítulos 51 y 52

Vencido, enfermo, sin destino cierto, amarillo… el hidalgo fue, por fin, llevado a su aldea, a su casa, al seguro mundo que los otros le preparan diligentes.  Ha habido tiempo para una historia más (un cabrero que habla con los animales), para un enemigo más (otras invenciones del hidalgo que terminan en molimientos y magulladuras), para la ignominia del caballero inconsciente trasladado al refugio.

El revuelo fue generalizado.  Cervantes, cruel, hace que el héroe vuelva a casa un día de mercado. Es hora de dar cuentas. Sancho, increpado por su mujer anuncia que lleva las manos vacías pero tiene un corazón lleno de ofrecimientos y de buenas intenciones que lo hacen sentirse el más rico de los hombres.

Mario Vargas Llosa propone en La tentación de lo imposible que Víctor Hugo es Narciso hablando de sí, mostrándose, pidiendo, con la más extrema de las sutilezas, la atención de todos, disfrazado entre sus líneas nada miserables. Cervantes vuelve a sorprendernos cuando, al término (un poco precipitado) de su obra intenta decirnos que otro ha sido el autor, que otros buscadores de tesoros pierden, encuentran y vuelven a perder páginas que cuentan la vida del Quijote.  Traductores, curiosos, suertudos, incautos… se topan con el relato encriptado, deshojado, desarmado… fascinante.

Cervantes ha fundado la gran novela moderna, ha fabricado dos personajes definitivos, ha hurgado en las profundidades para plasmar las aspiraciones que duermen en la noche de Freud.  Pero Cervantes es un soldado, y como tal está cansado de novelar, quiere acción, quiere cerrar la página, dejar en suspenso a los lectores apasionados, acabar con su Quijote, lanzar la piedra que ha de trascender tiempos y sitios para ser el asidero de teorías, desvelos, gratas desocupaciones, infames simplificaciones… eternas conjeturas.

El Quijote, anotaciones de un lector 19

Jorge Luis Contreras Molina

Capítulos 49 y 50

Cacofonías. Y la voz de Sancho es la del inocente ambicioso que se ha ido transformando gracias a la cercanía del hidalgo Quijote.  Ya argumenta, ya anuncia que también el caballo está triste porque su amo no quiere entender que no hay encantamiento, que lo llevan a la mala, que le quieren vedar el derecho de ser, que le mueven el destino hacia la cordura indigna.

Y Sancho no es bueno para argumentar; pero es un hombre práctico que logra llevar al soñador hacia el terreno de la comprobación.  Si el hidalgo fuera de la jaula hace lo que todos los humanos, entonces ha sido engañado. Y sucede.  Don Quijote sale y vive su condición de normalidad; pero solo para anunciar que el hechizo es muy poderoso, tanto que hasta le permite actuar como todos.

El canónigo sigue espantado por el género de locura del caballero. Los libros son culpables del permanente delirio del héroe.  Lejos y volando está el Quijote que ahora arremete, con ciertísimos argumentos, contra falsas apariencias del canónigo.  Como la canción, Amadís es más verdad que la verdad. Falso el negador de hazañas, falso el obtuso horizonte del letrado, falsa la prisión, falsas las voces, falso el mundo que se rebela contra el único que vive de verdad.

Los libros de caballería, y más esta parodia magistral, nos hacen mejores seres humanos, destierran la melancolía, sanan, nos hacen valientes, diligentes, de buena sangre, generosos, corteses, atrevidos, sensibles, estoicos, caballeros, quijotes.