Mi lectura del Quijote, segunda parte 9 y 10

Jorge Luis Contreras

La Sierra Morena está lejos dormida en el sueño del Quijote que ha hecho de sus experiencias motivos para soliloquios y recuerdos.  La Sierra Morena es el juez del pasado que amenaza al mentiroso escudero tartamudo presuroso y escapista indigno.

Ya que no hubo primer encuentro del escudero con la señora Dulcinea, ahora que el hidalgo pretende renovación de votos se nos revelan locuras nuevas que están más allá de las pretéritas.

Ya sale el hidalgo del pueblo.  Con engaños Sancho lo lleva al bosque para que espere su ansiada cita con la señora de sus pensamientos.

Sancho lleva mandato del psicólogo y brujo.  Debe observar los gestos de la dama y reportar.

A pocos metros el rusio se detiene.  Sancho se cuestiona en monólogo ingenioso y profundamente analítico.  Resuelve: a) que don Quijote está loco, b)que Sancho, también, un poco, c) que las visiones extrañas han sido muchas y pueden fabricarse a conveniencia…

Desfilan tres aldeanas, marchan cien mentiras sanchescas y se turba el corazón hidalgo.  El teatro está montado. Pero don Quijote nada ve.  Solo realidades.  Solo la verdad.  Es desdichado porque los encantadores –dice- gobiernan su vida y lo privan del grato encuentro añorado largamente.

En lugar de bendiciones dulces recibe pestilencia hombruna.

El Quijote, anotaciones de un lector 19

Jorge Luis Contreras Molina

Capítulos 49 y 50

Cacofonías. Y la voz de Sancho es la del inocente ambicioso que se ha ido transformando gracias a la cercanía del hidalgo Quijote.  Ya argumenta, ya anuncia que también el caballo está triste porque su amo no quiere entender que no hay encantamiento, que lo llevan a la mala, que le quieren vedar el derecho de ser, que le mueven el destino hacia la cordura indigna.

Y Sancho no es bueno para argumentar; pero es un hombre práctico que logra llevar al soñador hacia el terreno de la comprobación.  Si el hidalgo fuera de la jaula hace lo que todos los humanos, entonces ha sido engañado. Y sucede.  Don Quijote sale y vive su condición de normalidad; pero solo para anunciar que el hechizo es muy poderoso, tanto que hasta le permite actuar como todos.

El canónigo sigue espantado por el género de locura del caballero. Los libros son culpables del permanente delirio del héroe.  Lejos y volando está el Quijote que ahora arremete, con ciertísimos argumentos, contra falsas apariencias del canónigo.  Como la canción, Amadís es más verdad que la verdad. Falso el negador de hazañas, falso el obtuso horizonte del letrado, falsa la prisión, falsas las voces, falso el mundo que se rebela contra el único que vive de verdad.

Los libros de caballería, y más esta parodia magistral, nos hacen mejores seres humanos, destierran la melancolía, sanan, nos hacen valientes, diligentes, de buena sangre, generosos, corteses, atrevidos, sensibles, estoicos, caballeros, quijotes.