Raquel Andrés, La Vanguardia
Akira Otsuka, del distrito Asakusa de Tokio, murió tras la colisión de su avión en Okinawa en 1945, con 22 años
Un joven piloto kamikaze de Japón confesó su deseo de vivir antes de que perdiera la vida en una misión suicida de la Segunda Guerra Mundial, según un diario donado recientemente a un museo de Tokio, donde expone sus pensamientos antes del vuelo final.
La palabra ‘kamikaze’ se refiere a los japoneses que se inmolaban con un avión por la causa imperialista. Kami (dios, en japonés) y Kaze (viento), es decir, “Viento divino”, respondía a la percepción de que el emperador Hirohito era un descendiente directo de los dioses, y por lo tanto, Japón era una patria “elegida” y superior. Perdieron la vida más de 2.000 kamikazes japoneses durante la guerra.
Según explica el diario nipón Asahi Shimbun, Akira Otsuka, del distrito Asakusa de Tokio, murió tras la colisión de su avión en Okinawa el 29 de abril de 1945. Tenía 22 años. El joven estaba programando entrar en la Universidad de Tohoku y se alistó como voluntario en la Marina Imperial Japonesa.
El diario, escrito en un cuaderno envejecido y amarillento con el paso de los años, se exhibe actualmente en el museo “Voces desde el océano”, que cuenta con material de estudiantes que murieron en la guerra.
“¿Es egoísta querer seguir viviendo?”
En el escrito, Otsuka subraya con frecuencia que estaba dispuesto a morir por la nación. “Me dedico todos los días al entrenamiento para hundir portaaviones y aviones enemigos”, escribió.
En una entrada del 1 de abril, sin embargo, el joven confesaba que a veces se sentía desesperado, a pesar de que en un principio había aspirado a convertirse en un piloto kamikaze. Al día siguiente escribía: “Japón, una nación divina, definitivamente tiene que ganar. Creo que debería ser un buen hijo de la patria y morir por la causa imperial. Pero, ¿es egoísta querer seguir viviendo y cumplir con mis deberes hacia mis padres?”.
Makoto Kumagai, actualmente de 88 años, fue compañero de clase de Otsuka en la escuela de secundaria en Yamagata. Recibió el diario del joven kamikaze hace unos diez años, cuando visitó a la familia de Otsuka.
Kumagai, residente en Hiratsuka (prefectura de Kanagawa), donó el diario para el museo este mes de junio para que las generaciones más jóvenes pudiesen aprender acerca de los horrores de la guerra.
“En aquellos días, no podíamos decir que queríamos vivir”, dijo Kumagai. “Otsuka probablemente escribió en el diario lo que había en su corazón, exponiendo sus sentimientos reprimidos”.
En una entrada del 4 de abril, Otsuka describió en su diario la escena donde le explicaba a su familia que había sido seleccionado para ser un piloto kamikaze.
“Mi padre se entristeció al saber que moriré”, escribió. “Su rostro se ensombreció por un momento, pero me animó a llevar a cabo mi misión, pensando en la situación del país y mi responsabilidad”. Y añadía: “Dejé a mi familia tras grabar en lo más profundo de mi corazón el rostro de mi padre, madre, hermano y hermana”.
El diario concluyó con una entrada el 19 de abril, diez días antes de perder la vida. Narra cuando abandonó la estación de Ueno, en Tokio, para regresar a su unidad en la prefectura de Ibaraki. “Voy a despegar hacia el cielo de Okinawa para pagar mis obligaciones con mis padres”, escribió.
¿Qué tipo de país defendieron los jóvenes?
Su antiguo compañero de clase, Kumagai, ha estado un año recopilando en un libro notas personales y registros de los estudiantes que fueron a la guerra bajo el título La Guerra del Pacífico de los estudiantes (no publicado en España). “¿Qué clase de país trataron de defender los estudiantes?”, se pregunta Kumagai. “Quiero que los jóvenes piensen en ello”.
Todavía 66 años después de la guerra, el museo “Voces desde el océano” sigue recibiendo materiales dejados por jóvenes muertos en la guerra. Muchos de ellos kamikazes, un cuerpo que nunca ha estado exento de polémica. En sus inicios, contó con detractores por lo costoso que resultaba entrenar a un piloto para un único ataque. Hoy, por lo inhumano de la misión.