Jorge Luis Contreras
Falló el conjunto de intenciones buenas que en complot infame querían vencer al hidalgo y, en virtud de su código vertical, volverlo a su casa en calidad de preso a merced del mandato de un caballero oscuro inventado para la empresa.
El formidable complot se formuló en el instante mismo en el que Sansón animó a Quijano a seguir sus andanzas. El razonamiento era simple: sosegar a un don Quijote que vencido aceptaría estar a merced del triunfador de una justa de caballería en la cual el hidalgo nunca podría ganar. Pero ganó, y al hacerlo se ganó un enemigo de verdad. Uno más formidable que la inquisición que a ratos se asoma. Uno dolido por una derrota que por impensable le resulta más difícil de sufrir.
Carrasco despide a su falso escudero y, falso como es, se queda urdiendo una manera nueva de moler a golpes al hidalgo para, secundario fin, llevarlo a casa mientras se consuma una venganza de la que los dos locos compañeros de camino no tienen ni remota noticia.