Jorge Luis Contreras
Capítulo 6
Y, otra vez, los salvadores asechan. Esta vez la criada mastica retóricas para que don Quijote desista. El hidalgo, en acto gentil, se baja de su dignidad caballeresca para persuadir a la ingenua. Le hace ver que, andando los caminos con el honor como divisa, él solo cumple su destino.
Al alegato ya se suma la sobrina. El de la triste figura se pone cariñoso. Don Quijote es fuerte, valiente, sano, caballero. Otra vez los lectores a quienes cansa lo ordinario y hastía vivir en la era de la vulgaridad pueden preparar la partida para, con hidalguía ilimitada, salvar al mundo de su estrechez y escasas luces.
Ya diserta Quijano cual predicador de púlpito. Este dice la verdad. Discurre Alonso respecto de los linajes humildes, grandes, venidos a menos, acrecentados, plebeyos, nobles… Desfilan faraones, césares, príncipes, monarcas. El hidalgo los usa para darse la razón, para que posibilite su nueva y legítima salida tres, con más armas que letras por camino estrecho que lleva (y llevó) a la inmortalidad.