Jorge Luis Contreras Molina
El treinta y tres nos regala al mejor Sancho. Extremado por una duquesa que está dispuesta a llevar la farsa hasta el final, el escudero habla con sus ya famosos dichos mal dichos por parciales, mezclados o inoportunos; pero ingeniosos. La vida del Panza es un enigma para las oyentes. Si sabe que el Quijote está loco, ¿por qué entonces lo sigue con esa fe ciega?
Los lectores que ya podríamos ir aburriéndonos de esta larga lista de tonterías leemos una respuesta que refleja la entrañable amistad que se ha creado entre don Quijote y Sancho Panza. Han comido y pasado hambre juntos. Son hermanos de desdichas. Su destino es común. Incierto; pero fabricado por ambos en cada aventura.
La noble está intrigada por la extraña lógica de vida que rige a Sancho. La carta y el encantamiento son el material para determinar que hay algo más en esa marcha de aliados tan distintos.
Se dialoga. Cervantes canaliza a través de Sancho ideas estéticas y argumentos críticos. La ficción literaria se ve explicada en cuanto a su propensión a la metáfora.
Se ironiza. Y de esto sabe mucho la gran literatura. Ya que Sancho tiene un asno que quiere mucho, se mencionan burros que han alcanzado puestos de gobierno.
Sancho piensa esperanzado que su ínsula está a un paso.