Jorge Luis Contreras Molina
El peso de los acontecimientos se ha trasladado a Sancho que toma, desde algunos capítulos atrás, papel protagónico. Los ingenios siguen poniéndose al servicio de la burla, y la candidez vuelve penitente, sin quererlo, al escudero.
Cervantes se vale de una moderna técnica para hacer lo que los modernos. Nos da un resumen de lo actuado puesto en una sentimental carta del dueño del rucio a su señora esposa. Un escrito lleno de enclíticos que el analfabeto dictara y que ahora escudriña la señora duquesa.
La buena literatura se aleja de moralismos y ríe desde su nicho de ironía que lo salpica todo. Ahora la lectora indica al dictador que suena avaro e impreciso. Sancho se defiende, pero no mucho.
Cuando Sancho se ve enfrentado a la penitencia y a la renuncia en pro del bien de otros, se muestra muy humano y dispuesto al sacrificio si este lo catapulta a su gobernatura y al reconocimiento.
Para tiempos difíciles es necesario que los hombres tengan asideros de valía. Aquí nos reímos todos, pero entre esta burla podemos observar la más firme de las honras, el más elevado de los espíritus, y al más inocente de los valientes. Don Quijote cree que se le busca por su nombre. Hoy sabemos que su nombre es inmortal e inspirador.