La trilogía del (des)amor y la desesperación

Por: Pep Balcárcel

“Me gustan los libros que son fruto de un ajuste de cuentas, de la rabia, de una eclosión”, responde Alberto Fuguet en una entrevista realizada por El Confidencial en 2016. La pregunta era en referencia a una frase de Alfredo, personaje principal de su última novela Sudor (Literatura Random House, 2016).

Alfredo Garzón, cuarentón, editor de Santillana, pendiente a todo momento de Grindr está por vivir tres días de desbordante pasión, de miedo: toda la intensidad que el cuerpo hemofílico de Rafita Restrepo Santos, hijo del famoso escritor del boom Rafael Restrepo Carvajal, inspirado en Carlos Fuentes, durante la Feria del Libro de Santiago. Padre e hijo están allí para presentar el libro que hicieron en conjunto El aura de las cosas; y el sello Alfaguara no piensa escatimar en gastos, en cumplirles los caprichos.

Entre ellos, el deseo de Rafita, que Alfredo sea su acompañante durante su estadía en Chile.

—Sí. Es cierto. Sí. Claro que sí. Me gustabas. Más que eso y lo sabes.

—Lo sé.

—Me gustaba que fueras tan loser, sí… Tan vulnerable y perdido y…

—Quedemos hasta acá, Álex.

Antes de ese intenso octubre, Álex, escritor y cineasta llega a ajustar cuentas con Renzo, su amigo, con quien vivió un bromance, o un bad romance, como dice Álex. Una relación de años, un amor sin sexo, algo inacabado: el dolor porque nunca pudieron concretar. Es que Renzo insiste en que es hetero y que las noches que durmieron juntos, abrazados, no quiso que se desnudaran y recorrieran sus cuerpos.

“Voy a escribir de ti”, advierte Álex. Y así da inicio No Ficción (Literatura Random House, 2015).

En Santiago también, otro escritor, Alejo Cortés prepara su segunda novela: Caída Libre. Se la dedica a J, que se salvó. Es José, su mejor amigo. Pero en el texto autobiográfico, que podría incluso verse como una venganza de Alejo, nunca escribe sobre él.

Antes de su publicación, Alejo se suicida en la piscina de su familia. Invierno es una película que dura cinco horas; una historia sobre todo lo que deja un autor que ya no está, un hombre que, más adelante, lo sabremos en Sudor, estaba enamorado “del” José y sabía de la imposibilidad que pasara algo entre ellos.

Fuguet ha dicho que sus tres últimas obras: No Ficción, Invierno y Sudor son una “trilogía del deseo y la amistad masculina”.

El deseo y la tragedia. En orden cronológico: primero Invierno, la película más arriesgada del chileno. Dividida en tres partes y que puede encontrarse gratis en Cinépata, su archivo de cine latinoamericano que comparte de forma gratuita. El autor con miedo, enamorado, inseguro, el que confiesa todo -o casi todo- en su novela cúspide.

El enamorado que observa a su amigo con sonrisa triste. A los ojos. Y cuenta su vida entera: menos su amor.

Lo sabe nada más Garzón, cuando hablan sobre soledad, sobre desesperación, sobre todo eso que parece nunca ocurrir. Lo hablan en Sudor y, de paso, comentan que haber visto a Renzo con Álex, les parece extraño verlos junto.

¿En ese momento habrá Álex publicado ya su novela, en la que escribirá sobre su relación?

Porque Álex, el otro escritor, sí lo hace, confiesa su amor, y en un diálogo intenso; lleno de ternura, de rencor, de nostalgia convence a Renzo que lo suyo no era una amista. Que era algo más.

¿Qué pasa al final? Fuguet deja la duda abierta.

El único que no sufre por enamorarse de un hetero es Alfredo: sabe dónde buscar y cómo. Pero deja que su pasión lo haga perder la cabeza por dos millennials caprichosos: Julián y Rafita. Ambos lo usan, lo abandonan a su suerte y durante una fiesta de Halloween, Garzón los verá besarse apasionadamente frente a él.

Huirá, para en su camino recibir la trágica noticia: la muerte de Rafita durante la fiesta. Correrá. Creerá que no es cierto mientras vuelve. Y verá su cuerpo, ensangrentado, en medio de la pista de baile.

Más que una colección de literatura y cine gay, Fuguet nos ofrece recortes, fragmentos, del dolor; de personajes que viven a la deriva y que buscan, sin éxito alguno, reconstruirse a través del amor, salvarse de una u otra forma y sin embargo, caen el abismo, ese que recuerda a la canción de Joy Division: Love will tear us apart.

 

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