Participación convencional contra participación no convencional

Eduardo Fernández Luiña

La participación es uno de los rasgos característicos de la democracia. Para muchos da sentido al plebiscito y hace que la democracia sea lo que es. No es raro escuchar a nuestros representantes decir que unas elecciones han sido buenas si el porcentaje de participación ha sido alto.

Sin embargo, debemos decir que la participación incluye dentro de sí varios tipos. Para la mayoría de las personas hablar de participación política es hablar del número de personas que han votado en unas elecciones, este es al significado al que estamos más acostumbrados. Pero desde hace tiempo “participación” es un concepto que engloba más cosas. Uno puede participar en política si forma parte de una “ONG”, si va a manifestaciones de diverso tipo, o simplemente si está involucrado en una banda de música que se dedica a la “canción protesta”. Todo lo anterior muestra que el significado de la participación se ha ampliado y esta se ha desmarcado de los cauces tradicionales para abarcar más aspectos de la vida cotidiana de los ciudadanos. Actualmente se diferencia entre participación convencional- básicamente el acto de votar en unas elecciones- y la participación no convencional -relacionada con la acción directa-.  Parece que la frase de Lenin “la política no lo es todo pero la política está en todo” es hoy día más actual que nunca.

¿Es esto arte?

Warren Orbaugh Stoessel

Hemos sido testigos de cómo se ha enturbiado el concepto de ‘arte’ durante el siglo XX gracias a algunos autonombrados iconoclastas que se convirtieron en nihilistas, destruyendo conceptos y valores sin ofrecer otros mejores a cambio. Consideraron a Marcel Duchamp como el gran artista, el ejemplo a seguir y los “expertos” proclamaron su “obra” ‘La Fuente’ (un mingitorio de porcelana fabricado industrialmente que Duchamp escogió en 1917 para firmarlo y que fue uno de sus por él denominados ready-made u objetos prefabricados) como la obra de Arte más significativa e influyente del siglo.  Llamaron a cualquier cosa “arte” si un “artista” así la denominaba y si éste conseguía un “crítico” que lo apoyara.

La BBC News publicó en su sitio de Internet el 1 de diciembre de 2004 la siguiente noticia:

“Un urinal blanco para caballeros ha sido nombrado como la obra de arte más influyente de todos los tiempos.  La Fuente de Marcel Duchamp fue elegida en una votación de 500 expertos para ser la ganadora del Premio Turner que se lleva a cabo este lunes. Duchamp escandalizó al círculo del arte cuando presentó el urinal, lo firmó y lo exhibió en 1917. “La elección de la Fuente de Duchamp como la obra de arte mas influyente del arte moderno en lugar de obras de Picasso y Matisse fue una sorpresa,” dijo el experto en arte Simon Wilson.

“Pero refleja la naturaleza dinámica del arte de hoy y la idea de que el proceso creativo en la elaboración de la obra de arte es lo mas importante – de cualquier cosa se puede hacer una obra de arte y puede tener cualquier forma.”… Duchamp ha influenciado a muchos artistas contemporáneos, incluida Tracey Emin –su cama sin nombre fue inspirada por el artista francés.”

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Hacia una mayor efectividad en el desempeño docente

Verónica Spross de Rivera

La calidad educativa está vinculada a la efectividad de los maestros.
Su labor en el aula es determinante para el aprendizaje de los estudiantes.
Actualmente en nuestro país se requiere una revisión profunda de los
elementos que conforman la profesión docente, pasando por su selección,
formación, profesionalización, evaluación e incentivos.

Si los diversos elementos que integran esta profesión están
alineados correctamente pueden hacer la diferencia para mejorar el nivel de
los docentes y lograr que se concrete el objetivo del sistema educativo:
Lograr que los niños y las niñas alcancen los aprendizajes esperados y se
preparen para los retos de la vida, con las competencias requeridas para ser
exitosos desde el punto de vista personal, social y laboral.

La profesión docente se enfrenta a la urgente necesidad de cambio.
La tecnología, las telecomunicaciones, la globalización y otros factores que
enmarcan su labor actualmente hacen que los maestros deban ajustar su
práctica de la enseñanza para responder a las expectativas y demandas de
los niños y jóvenes del siglo veintiuno.