Jorge Luis Contreras
Capítulo II
Perennes discusiones. Queremos culpar a otros de lo que somos. El medio, los amigos, las figuras de autoridad que pasan a ser culpables de mi nefanda manera de ser; pero nada nos impide ser buenos.
Los destinos de Sancho y Quijote están unidos, han sido aventuras de los dos vividas con simpleza o con grandeza amalgamadas en un sino de amistad misteriosa y trascendental. Uno es quizá el cuerpo, otro la cabeza; pero ambos son inseparables complementos.
Otra vez es la novela moderna, otra vez nos ofrece magistrales rasgos de lo que se venderá como novedad en el siglo XX. Lenguaje figurado y objetos reales en la primera etapa de una narración, luego las figuras solas y poderosas bailando en la página y seduciéndonos la mente.
Señor y escudero están, según ellos, a solas. Espías y emisarios escuchan que Sancho cuenta que el nombre del hidalgo está en entredicho. Nada preocupa esto al que sabe que todos los grandes han sido falsamente denostados.
Hay un círculo denunciado por Sancho: un omnisciente escritor ha contado las intimidades de la pareja caminante. El alto explica al simple que es, una vez más, un producto de los brujos.
Como don Quijote es un hombre práctico, amigo de realidades y enemigo de las oídas, manda que se busque la fuente de los decires que repite Sancho. Ya se asoma el bachiller Sansón Carrasco y esta segunda parte intenta levantar un vuelo casi malogrado por cierto Avellaneda.