Rossend Doménech, Momentos
Por primera vez, arqueólogos, ingenieros, restauradores y expertos en informática se han unido para reconstruir en un vídeo la famosa Domus Aurea, suntuosa vivienda del emperador Nerón (37-68 dC), situada por encima del Coliseo, de la que sólo quedan unos subterráneos bastante arruinados.
Hasta la mitad del próximo septiembre los forasteros que visiten Roma tendrán, por primera vez, la posibilidad de ver la reconstrucción, siguiendo una exposición itinerante–en el sentido de que deberán caminar– sobre los lugares donde vivió y desde los que gobernó aquel emperador.
Los lugares interesados por la exposición itinerante incluyen también una evocación de las numerosas películas que a lo largo de la historia el cine ha dedicado a aquel emperador, viaje en el tiempo que puede realizarse en el Templo de Rómulo, dentro de los Foros Imperiales, una de las etapas de la muestra. Además del Palatino, otra sede de la exposición es el mismo Coliseo, en el que Nerón mandó unas reformas, que ahora se han descubierto y que permiten ver con qué tipo de colores fue pintado el monumento, hoy grisáceo, más conocido de Roma.
Nerón no tuvo tiempo de gozar la Domus Aurea, aunque la leyenda de lo que fue la mansión sigue traspasando los siglos: tenía un comedor que giraba entero durante los ágapes, mientras caían pétalos de rosas desde los techos, en las paredes había unos frescos más o menos impúdicos, las estancias de rojos pompeyanos eran lujosas…El vídeo muestra como probablemente era el lugar, según los datos aportados por la arqueología.
La verdadera vivienda de Nerón estuvo en el Palatino, la más importante de las colinas de Roma. Su morada no era una casa, sino un conjunto de villas y jardines, con un lago en el lugar donde se construiría el Coliseo. En ella fue proclamado emperador y la exposición permite ver los restos de su mansión, descubiertos en los últimos tres años, además de una reconstrucción de la misma que se expone en una muestra paralela situada en el segundo piso del Coliseo.
La historia ha atribuido a Nerón una mala fama por haber incendiado Roma y perseguido a los cristianos y así ha quedado en el imaginario colectivo. Pero la historia suelen escribirla los vencedores, que en este caso fue el Senado romano, que en el 68 destituyó a Nerón y le obligó a suicidarse. Las últimas investigaciones de los historiadores expresan serias dudas sobre el hecho de que fuera él quien ordenara incendiar la ciudad, para atribuirlo después a otros. En la Roma de entonces el cuerpo policial más importante eran los bomberos, precisamente porque los edificios, construidos en buena parte con madera, se incendiaban continuamente. Fragmentos de objetos carbonizados por el incendio se exponen en el Coliseo.
Nerón, amado por el pueblo, fue un gran tirano y un demagogo, que odiaba a los aristocráticos, porque no lo era. Le gustaba pasear por las calles entre el pueblo, tal vez con una guitarra en mano, discutir con la gente y abrir a todos la suntuosa morada que tenía en el Palatino, una de las siete famosas colinas. Tras el incendio del año 64, organizó personalmente un plan urbanístico que transformó la ciudad.