Rodrigo Fernández Ordóñez
Decía Jorge Luis Borges que las cosas no fueron como sucedieron sino como las recordamos, y de allí la dificultad que afronta el historiador al reconstruir los hechos del pasado, que pasan irremediablemente por el filtro de la memoria de quien haya testificado los hechos. Esa condición se supera parcialmente cuando se consultan las fuentes primarias de los hechos, como lo son periódicos o revistas de la época, documentos oficiales, gacetas, panfletos, etc., aunque, a decir verdad, la subjetividad nunca se supera totalmente, aunque se trate de documentos áridos, pues siempre se está necesariamente atado a la mente de su autor.
Por lo anterior, para quien haya leído el libro del historiador Ramiro Ordóñez Jonama coincidirá conmigo en que el mismo goza de dos virtudes:
a) El tono ácido, crítico y contundente de su relato, lo que le da frescura y actualidad.
b) La novedad de las fuentes, que se aleja del refrito y aporta extensas y riquísimas notas al pie de página que refrendan cada palabra. El libro se aleja del refrito que sobre el tema se viene produciendo por parte de los sectores interesados en perpetuar la historiografía como una serie de relatos que encajan perfectamente con un discurso equívoco según el cual las
pasiones y envidias de los hombres no influyeron en las personalidades de las grandes figuras de la época: Juan José Arévalo, Coronel Jacobo Árbenz Guzmán y el malogrado Coronel Francisco Javier Arana. Este libro recupera la humanidad de los protagonistas de la historia, nos los acercan hasta casi parecer cualquiera de nuestros vecinos y eso nos permite adquirir nuevas perspectivas para entender nuestra complicada historia reciente.
De la sinceridad de la investigación del autor puede dar fe el dato curioso que aunque provengan de dos espectros ideológicos completamente antagonistas, muchas de las conclusiones del libro de Ordóñez coinciden con las que plasmó el italiano Piero Gleijeses en su consultada, diseccionada y cuasi palabra de Dios obra Shattered Hope, que por cierto la Editorial
Universitaria de la USAC tradujo al español y publicó hace unos pocos años con gran calidad.
Por estas razones recomiendo leer Un sueño de Primavera, para recuperar el gozo de leer historia bien escrita y bien pensada, pero sobre todo, con un innegable sentido crítico, que nos obliga a cuestionarnos la veracidad del discurso oficial.