Jorge Luis Contreras Molina
Sancho come, gobierna, ronda, se muestra rígido, hace una referencia a su rucio, e imparte justicia tan sabiamente que asombra hasta a los que saben la broma.
Ahora un jugador mezquino, más tarde un parásito que cree tener derecho al dinero de otros, y luego una mujer vestida de hombre. El gobernador trabaja largas jornadas.
El viajero, mala planta, que frente a Sancho es presentado por sospechoso sirve a Cervantes para presentarnos, una vez más, el tema de la libertad. El capturado puede, incluso, ser puesto en la cárcel; pero solo él puede decidir si ahí duerme o no.
La doncella vestida de hombre es también una apología de la libertad. Sancho resume. Con pocas palabras se pudo entender que nadie puede negarle a otro la posibilidad de ver mundo y el placer de ver la vida de noche.
Del suceso y la impresión Sancho piensa que a futuro su hija puede casarse con el joven fugitivo que ha sido devuelto a la casa.
El cincuenta redondea la broma. Ahora un diligente siervo del duque viaja con la carta que el ahora gobernador dirigiera a su esposa. Va a donde Teresa. Le lleva obsequios de la duquesa. También otra misiva escrita deferentemente por la dama bromista.
El pueblo se revuelve. Unos creen, otros envidian. Como siempre conviven en las páginas quijotescas lo mejor y lo peor que los hombres podemos ser. Solo nos queda sonreír reflexivos ante tamaña invención. La fábula está montada.