Las etapas de Juan Ramón Jiménez

Armando Diéguez Mérida (*)

juanramonjimenez2La crítica especializada ha afirmado que la obra de Juan Ramón Jiménez se divide en tres etapas que marcaron la evolución del poeta y su poesía. Al repasarlas surge la posibilidad de plantear una premisa, más una hipótesis, o si no al menos, una forma de interpretar el paso del poeta de un estadio al siguiente. Parece claro que Juan Ramón desfiló las transiciones clásicas de la vida del hombre en general, que en él por ser un poeta, y de gran talla, se acentúan, y hacen que surja la posibilidad de asistir como testigo a ellas para contemplarlas, para verlas plasmadas y así meditar en torno a ellas de una manera más bella que si las viviésemos en carne propia. Esas etapas son las de la juventud, en las que el modernismo por ejemplo simboliza esa soberbia del joven que cree saberlo todo, y que si se admite la analogía, esta encarnada por el uso de adjetivos ornamentales y grandilocuentes, y de una poesía muy personalista enfocada en el amor, en la mujer, que se expresa con el arrojo y el vigor propio de los jóvenes.

Una etapa intelectual, en la que esa transición hace que el hombre se convierta en un ser más serio, que se toma su tiempo y que está interesado en el conocimiento, en asumir retos y lecturas más complejas. En la poesía ello se manifiesta cuando se opta por leer a poetas “intelectuales”, y en la fabricación de una poesía pura, más elaborada. Y finalmente una etapa suficiente o verdadera, que apunta a un conocimiento que podría denominarse espiritual o metafísico, en el que el hombre busca entender su condición y prepararse para lo que vendrá, la muerte, y en esa preparación gira hacia Dios. La idea de Dios y la creación comienza a ser central, y en la poesía podría manifestarse en la exploración de lo divino, en la introspección del poeta, en un individualismo que dista mucho de tener las mismas motivaciones que tuvo en la primera etapa. De manera que con este atrevimiento en mente, el presente ensayo procurará describir de manera breve algunos de los rasgos que caracterizaron cada una de las etapas de la poesía de Juan Ramón Jiménez.

La etapa sensitiva es una fase marcada por la afición al modernismo, por una influencia innegable tanto de Rubén Darío, como de Gustavo Adolfo Bécquer. En los poemas de esta época son evidentes también los rasgos del simbolismo y el romanticismo que permean la poesía de Juan Ramón Jiménez. Predomina en su poesía el amor, la mujer, la sensualidad y la muerte, pero todos ellos como un desafío. Ejemplo de esta etapa es el poema de Jardines galantes y su obra en prosa, Platero y yo.

En ambas se utiliza un lenguaje modernista en el que se valora la naturaleza, y en el que el ánimo del poeta se proyecta en lo natural, el paisaje y los colores reflejan fielmente los sentimientos del yo poético. En cuanto a los aspectos formales, podría decirse que es una poesía muy rígida, en el sentido de que se utilizan estructuras específicas, como el verso corto, el romance o la copla.

La etapa intelectual esta inmediatamente influida por su primer viaje a América y por su matrimonio con Zenobia Camprubí Aymar, quien lo introduce a los poetas de habla inglesa, entre los que predominan Yeats, Keats, Whitman y Shelley. Se le ha acercado también en esta etapa al novecentismo, movimiento literario y estético español que se relaciona con las vanguardias tan influyentes durante el siglo XX, y cuyo principal exponente en España fue José Ortega y Gasset. Es en esta etapa en la que el poeta fija al mar como motivo de su obra, un devenir continuo y eterno que está siempre presente. Con esta etapa comienza evidentemente, el tránsito hacia esa evolución metafísica que concretará más adelante. La obra cumbre de esta fase la constituye el Diario de un poeta recién casado, obra ya despojada de todo resabio modernista. Es una poesía mucho más reflexiva que se estructura además en verso libre, o bien en prosa. Es decir que se deja lo formal y se apunta más a concepciones profundas de reflexión.

Y finalmente se llega a la etapa suficiente o verdadera. Un Juan Ramón ya exiliado y que ha sido testigo de la Guerra Civil Española. Lleno de profunda tristeza por lo que acontece en su país, una cruenta guerra y una dictadura franquista que llegará hasta mucho más allá de su fallecimiento. Además hacia el final de esta etapa vivirá la muerte de Zenobia, cuestión que lo marcará mucho más que haber sido galardonado con el Premio Nobel, noticia que le comunicó precisamente Zenobia en su lecho de muerte. En esta fase Juan Ramón escribe poesía mística que busca tanto a Dios como a lo absoluto. De esta época es Espacio, en la que escribe un poema en prosa de gran longitud sin que predomine un tema central, caracterizado por un análisis introspectivo del yo como conciencia y del yo como parte constitutiva de la historia.

En suma son estas tres las etapas que configuran al hombre y que se expresan en la voz del poeta. Juan Ramón Jiménez obtuvo el Premio Nobel en su edición de 1956, pero no fue por ello que se convirtió en una notable influencia en muchos jóvenes poetas, especialmente en los que conformaron la denominada generación del 27. Su estela sigue siendo importante en el estudio de la literatura en general, y de la poesía en particular, y se ha dicho que su obra se puede estudiar o dividir de distintas formas, no sólo en las aquí descritas, si bien son las más extendidas y aceptadas por la crítica.

 

Fuente: Rocío Fernández Barrocal. Etapas de la obra de Juan Ramón Jiménez.

(*) Alumno de la Licenciatura en Lengua y Literatura, Departamento de Educación, UFM.

Soldados de Salamina de Javier Cercas

Ana Silvia Del Valle

Siempre he disfrutado las novelas históricas que narran situaciones relacionadas con alguna de las guerras (que por cierto abundan); pero esta narración es muy particular, principiando porque en su temática se habla de perdonar al enemigo en la época de guerra, lo cual ha de ser una decisión difícil, aunque no imposible. El libro de Javier Cercas, en sus 207 páginas, narra la historia de un joven periodista que indaga un hecho a finales de la guerra civil española, cuando se retiraban las tropas republicanas hacia la frontera francesa y se toma la decisión de fusilar a un grupo de presos franquistas, entre los que se encuentra Rafael Sánchez Mazas, miembro de la Falange española, fundada el 29 de octubre de 1933 por José Antonio Primo de Rivera, abogado, hijo del General Miguel Primo de Rivera, dictador español.

Rafael Sánchez Mazas no se escapa del fusilamiento, sino que, un soldado anónimo lo encañona y le perdona la vida. Un hecho que el redimido nunca olvidará. El libro está narrado como una investigación histórica, es muy interesante y totalmente diferente de muchos otros libros de la Guerra Civil Española, que narran historias de perdedores y ganadores.  Esta historia es un gesto de compasión. Como dice Vargas Llosa: “Un libro magnífico…, uno de los mejores que he leído en mucho tiempo.”

La “batalla de la verdad” en torno al 18 de julio

José Andrés Rojo, El País

Ángel Viñas explora los primeros pasos de Franco como conspirador y golpista y el papel de la diplomacia británica en la trama que llevó a la Guerra Civil

Hay, en la primera parte del último libro de Ángel Viñas, mucho de trabajo detectivesco. El cadáver es el del general Amadeo Balmes. Murió en Las Palmas de Gran Canaria el 16 de julio de 1936: por lo que se dice, de un accidente. Había ido a probar unas armas al campo de tiro, se le encasquilló una de ellas y, según la versión del chófer que lo acompañó, “apoyó el cañón en el vientre para, con la mano derecha, hacer más fuerza y dejar corriente el arma, con tan mala fortuna que se disparó ésta, que es un Astra del 9 largo”. No resulta muy sensato ni creíble utilizar semejante procedimiento para resolver ese problema. ¿Qué pasó entonces? Pues que igual al tipo se lo cargaron. Ésa es la hipótesis del detective, y entonces el historiador entra en escena para proceder a la investigación. Como no queda nadie vivo de los que estuvieron cerca del episodio, no hay otra que interrogar a los papeles (documentos, periódicos, libros, correspondencia). Dos días después de la muerte de Balmes, el general Franco sale de Gando en el Dragon Rapide, el avión que los militares rebeldes le han facilitado para que pueda volar hasta Tetuán y tomar el mando de las tropas de África. ¿Hay alguna relación entre una cosa y otra? Viñas sostiene que sí, que la muerte de Balmes facilitó el triunfo de la rebelión en Gran Canaria y que sirvió de coartada a Franco para viajar desde esa isla, y no desde Tenerife (donde residía), para realizar la misión que Mola le había encomendado. Más allá de poder probar que lo de Balmes fue un asesinato (faltan demasiadas piezas, pero muchas pistas confirman la verosimilitud de esa hipótesis), lo revelador del trabajo de Viñas es su reconstrucción del escenario donde Franco dio sus primeros pasos como conspirador y golpista. Y la narración de cuanto rodeó al viaje del avión desde Londres. Unos episodios minúsculos, pero que muestran cómo la trama civil estuvo finamente engarzada con la militar y cómo fueron manejándose los hilos que iban a garantizar el éxito de la rebelión en las islas Canarias, un paso imprescindible para que Franco tuviera el camino abierto para ocuparse de los recursos militares de África.

En la segunda parte del libro, el detective se convierte en un diligente diplomático que revisa los papeles de la embajada y los servicios secretos británicos. Los que planificaban acabar con la República sabían que uno de sus retos mayores era conseguir que Inglaterra se inhibiera cuando las cosas se pusieran en marcha. Tuvieron suerte. En su investigación, Viñas muestra cómo el factor humano tiene en esta historia un peso relevante. En julio de 1935 se jubiló como embajador británico en España sir George Grahame que, hasta entonces, había dado una visión bastante ajustada y acertada de lo que estaba ocurriendo en el seno de la República. Poco antes se había ido, además, el segundo de a bordo. Los que llegaron, nuevos en esta plaza y escorados ideológicamente a la derecha, no tardaron en escuchar cuanto alimentaba su pavor a los comunistas. Viñas desgrana los telegramas enviados al Reino Unido que explican cómo este país terminó abandonando a la República a su suerte. La intoxicación a la que fueron sometidos sus diplomáticos por sectores próximos al golpe les llevó a decir, incluso, que España corría el peligro de convertirse “en una ‘aglomeración de pequeños Estados soviéticos”. Viñas vuelve a tomar en la última parte del libro, y en el epílogo, la voz del historiador para reflexionar sobre “la batalla de la verdad”, y hacer un apasionado alegato contra las mitificaciones que abundan a la hora de contar la Guerra Civil española. Quizá dos de sus conclusiones sirvan para resumir su posición: fue la política británica la que condenó a la República y la revolución, antes de producirse el golpe, nunca estuvo “en el orden del día”.

Antonio Machado, el poeta republicano

Hemeroteca diario “La Vanguardia”

El maestro andaluz publicó 26 artículos en ‘La Vanguardia’ entre julio de 1937 y enero del 39… un mes después,  falleció

La presencia del gobierno de la República en Barcelona desde que estalló la Guerra Civil y hasta 1939 convierte a  La Vanguardia en su órgano de expresión.  Publican en sus páginas los más destacados intelectuales y escritores que apoyan la causa republicana; entre ellos, Antonio MachadoThomas Mann, Illya Erenburg, André Malraux, Max Aub, Ramón J. Sender, María Zambrano, Manuel Altolaguirre, Carles Riba, José Gaos, José Bergamín, Arturo Serrano Plaja, Corpus Barga, etc…

Destacan las 26 colaboraciones del gran poeta andaluz Antonio Machado.  En su primer artículo, “El poeta y el pueblo“, del 16 de julio de 1937, el autor reflexiona sobre la relación entre el escritor y sus lectores, el pueblo español.  El último de ellos, del 6 de enero de 1939, constituye una acertada crítica a la política contemporanizadora del premier británico Chamberlain frente a Hitler y las dramáticas consecuencias que ello conlleva para España.  Un mes después de dejar de colaborar en nuestro diario, el poeta fallecía en Colliure.

Estos son los artículos de Antonio Machado publicados en La Vanguardia:

16/07/1937: El poeta y el pueblo

27/03/1938: Notas inactuales, a la manera de Juan de Mairena

06/04/1938: Apuntes del día

03/05/1938: Desde el mirador de la guerra

14/05/1938: Desde el mirador de la guerra II

22/05/1938: Desde el mirador de la guerra III

02/06/1938: Desde el mirador de la guerra IV

12/06/1938: Desde el mirador de la guerra V

25/06/1938: Desde el mirador de la guerra

07/07/1938: Saavedra Fajardo y la guerra total

19/07/1938: En el 19 de julio de 1938

23/07/1938: Para el congreso de la paz

09/08/1938: Desde el mirador de la contienda

16/08/1938: Lo que recuerdo yo de Pablo Iglesias

24/08/1938: Viejas profecías de Juan de Mairena

01/09/1938: Desde el mirador de la guerra

06/10/1938: Desde el mirador de la guerra

21/10/1938: España renaciente. Arturo Serrano Plajá

23/10/1938: Desde el mirador de la guerra

29/10/1938: Unas cuartillas de Machado

10/11/1938: Desde el mirador de la guerra

13/11/1938: Glosario de los 13 fines de guerra

22/11/1938: Una alocución de don Antonio Machado dirigida a todos los españoles

23/11/1938: La gran tolvanera

07/12/1938: Recapitulemos

06/01/1939: Desde el mirador de la guerra

Panorama Siglo XX, primera mitad – Introducción

Siang Aguado de Seidner

Los albores del siglo XX estuvieron plagados de momentos paradójicos en la historia moderna.  El Siglo XIX dejó como herencia bienestar material y progreso cultural; el mundo vivió la “Belle Epoque”, un período lleno de tranquilidad en el que el neocolonialismo tuvo su mayor apogeo.  Sin embargo, el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero al trono austriaco, y su esposa Sofía, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, terminó con la bella época, desencadenando la Gran Guerra, que más tarde sería llamada la Primera Guerra Mundial.  Este conflicto duró 4 años.

La Revolución Rusa también fue protagonista de este período, ya que debido a la extrema pobreza en que la guerra había sumido al pueblo, éste se subleva y en marzo de 1917 el Zar Nicolás II se ve obligado a abdicar.  En octubre del mismo año los soviets (consejos), inspirados por el Partido Bolchevique, encabezan la Revolución de Octubre que da origen a la Unión Soviética que duró setenta y cuatro años. Sigue leyendo