El arte moderno, de Manet a Carlos Mérida

Curso libreEl arte moderno surgió como alternativa a la tradición clásica, apelando a la libertad del creador y a su capacidad para interpretar el mundo a través de las más variadas experiencias sensoriales.

Para comprender esta nueva forma de entender el arte, comenzaremos con Manet, quien con su Olympia causó gran controversia a finales del siglo XIX. Seguiremos con Hilma af Klint, pionera del arte abstracto, y Edvard Munch, quien supo reflejar la comunión entre el arte y la psicología.

Seguidamente, veremos a Picasso y a Matisse y su empeño no por crear un nuevo arte, sino una nueva forma de ver el mundo. Una idea que también explorarían Modigliani Piet Mondrianquienes buscaron la esencia del alma a través de geometrías y colores puros. Con Max Ernst, llegaremos al uso del subconsciente como fuente de inspiración, y después, Carlos Mérida, quien, en palabras de Diego Rivera, fue “el primero en hacer entrar dentro de la verdadera pintura, el pinturesco americano”.

Coordinado por:

Siang Aguado de Seidner, directora

Departamento de Educación, UFM

Los miércoles

del 26 de febrero al 6 de mayo de 2020

de 10:00 a. m. a 11:30 a. m.

 

Inversión Q1,600

(incluye material de lectura y estacionamiento)

Inscripción abierta en las oficinas del Departamento de Educación.

Inscripción en línea, en este enlace

Cupo limitado

Fechas, temas y profesores

  • 26 de febrero – La evolución del arte moderno – David Hernández
  • 4 de marzo – Édouard Manet – Patricia Betancourt
  • 11 de marzo – Édvard Munch – Brenda Porras
  • 18 de marzo – Pablo Picasso y Henri Matisse – Martín Fernández
  • 25 de marzo – Amedeo Modigliani – Julián González
  • 1 de abril – Hilma af Klint – Andrea Pineda
  • 15 de abril – Piet Mondrian – Julián González
  • 22 de abril – Max Ernst – Ma. Denisse Vásquez
  • 29 de abril – Carlos Mérida – Guillermo Monsanto
  • 6 de mayo – Legado y continuidad – David Hernández

 

 Información

salvadoraguado@ufm.edu

teléfonos 2338-7794 y 2413-3267

salvadoraguado.ufm.edu

ufm.edu

El surrealismo y la escultura de Picasso

Thelma Muratori de Wyld

Dada la necesidad de identificarlos, se suele ligar a un pintor con un estilo y se tiende a pensar  y reconocerlo solamente de esa manera. Los genios de la pintura eran capaces de pintar anticipándose a estilos que solo siglos después se hicieron populares o rescatando pinceladas de pintores muertos.

Los surrealistas exigían que el subconsciente fuera la inspiración artística por la que se guiaban, mientras que Picasso con frecuencia se burlaba del lenguaje de sus teóricos. El surrealismo de París, con André Breton a la cabeza, siempre consideró a Picasso uno de los suyos, donde el subconsciente actúa como un motor de la creación, como una subordinación concreta al grupo, a la que, por otra parte, Picasso siempre se resistió.  Picasso opinaba que él permanecía en la realidad y que no era surrealista, porque se esmeraba en no perder de vista la naturaleza, que lo que perseguía era la semejanza, más real que la realidad, para alcanzar lo surreal y que el concepto de surrealismo había sido utilizado de forma distinta.

la danzaPara algunos críticos, parte de la producción de Picasso de 1925 a 1936 corresponde al surrealismo. Como ejemplo se puede citar La danza (1925), que marcó el inicio de una serie de pinturas originales envueltas en un espacio opresivo, distorsionando la anatomía hacia un mundo onírico. La relación con Olga Koklova, cuya mentalidad burguesa chocaba con el carácter de Picasso, generó una agresividad que, enseguida, se tradujo en su pintura.

En 1925 pintó La danza, donde utiliza procedimientos del cubismo sintético dejándose llevar por el frenesí del baile que sugieren una violencia irracional.  La enorme vitalidad de Picasso le lleva a concebir, casi simultáneamente, imágenes de mujer muy distintas: a raíz de su relación con Marie-Therèse Walter, una joven rubia de formas redondeadas, produciendo una  serie de retratos inspirados en ella, con colores muy vivos, en los que concede una especie de vitalidad orgánica autónoma a distintas partes del cuerpo, en una interpretación sensual también afín al surrealismo, como El sueño.el-suec3b1o-una-obra-de-picasso

Por lo tanto, si bien a Picasso se le reconoce, junto con  Braque, como precursores del cubismo, no se le puede  reducir la libertad creativa hacia una visión futurista que más tarde se introduce en un nuevo y reconocido estilo.

Asimismo, Picasso investigó sobre nuevas posibilidades escultóricas. Un esfuerzo considerable le supusieron los diversos proyectos para la humanización del espacio con un Monumento a Apollinaire  (1928), donde trata de definir el espacio mediante perfiles de alambre, como si la escultura fuera una especie de dibujo en el espacio, lograr integrar el material y el espacio a través de formas reales con formas imaginarias dejando espacios abiertos.  Ello supone una inversión absoluta de los valores tradicionales de la escultura como arte, en donde el problema de la escultura de armonía o equilibrio se supera, es decir, la desaparición de la masa y la solidez.