Caballitos, poesía que escuece el cuerpo

por Pep Balcárcel

Cuentan que por el siglo XIX, en México, cuando los hacendados salían a caballo para vigilar sus cultivos, llevaban consigo, además de agua un cuerno bovino lleno de licor y decían que era “para el tequila en el caballito”. El nombre caballito pasó más adelante a nombrar el pequeño vaso cilíndrico, que se utiliza para beber tequila.

Caballito es además el nombre del poemario de Paolo Guinea publicado por Editorial Cultura en 2014. Los textos, breves sentencias, aforismos de vida, comparten también características con el licor. La vida, como un trago que ingresa y escuece las entrañas, se retrata en cada una de sus páginas.

“El poeta no pelea por su vida, huye de ella”, decía Luis Cardoza y Aragón. Huir. Escapar de la cotidianidad que a veces duele, que, estática, se cuela por todo el cuerpo y no se detiene. Entonces clama Guinea en una de sus páginas: “No es ansiedad, sino éste corazón que pasó a vivir a mi mano”.

El corazón en la mano como metáfora; la imagen frágil. El poeta que llora. Escribir es en ocasiones un ejercicio de recordar. Abrir cada herida. Tener la memoria, el corazón, a la vista y notar cada una de sus fisuras. Eso hace quien se desnuda en versos. Y los poemas de este libro son precisamente eso, alguien que se enfrenta con la realidad, con todo lo que lleva dentro de sí y que, muchas veces, “es ajeno”.

Paolo Guinea abre los ojos y mira hacia dentro, hacia sí. “Hay un ápice de ti en todo esto que no es tuyo”. Un shot, un golpe. El ápice, según el DRAE, puede ser la parte más delicada de algo. Así, el poeta se cuestiona, dialoga consigo mismo, ve más allá de ese dolor. ¿Le pertenece? ¿Es aquello que lo rodea lo que duele?

“No se me fue la voz/ es que pasó un poema/ y mientras levitaba/ ambos hacíamos sumario de su eco”. Los textos, como disparos, construyen imágenes-espejos sobre la existencia misma. En la brevedad está el dolor, la esperanza; el poeta que lleva a cuestas sus recuerdos y, sin embargo, aún espera que “hierva el agua”.

Con un ritmo entre nostálgico pero de alguien que busca salvarse en la poesía, Caballitos se convierte en una pieza fundamental, en un trago del que podemos salir dañados, pero que nos hará disfrutar el recorrido.

Francisco Pérez de Antón: Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2011

Les compartimos el enlace a la entrevista que Luis Figueroa, Departamento de Relaciones Públicas de la UFM, realizó el 14 de septiembre de 2011 a Francisco Pérez de Antón, Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2011.

Francisco Pérez de Antón: Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2011

El colombiano Fernando Vallejo gana el premio FIL de Guadalajara 2011

CNN México

Fernando VallejoEl escritor colombiano Fernando Vallejo ganó este lunes el Premio Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) en Lenguas Romances 2011.

Vallejo recibirá el galardón, dotado de 150,000 dólares, el próximo 26 de noviembre en la edición 21 de la FIL de Guadalajara, la feria más importante del sector en el mundo en idioma español.

El escritor fue considerado por el jurado como “una de las voces más personales, controvertidas y exuberantes de la literatura actual en español”.

La obra más conocida de Vallejo es La Virgen de los Sicarios (1994), donde se aborda la dura vida en medio de la violencia de los cárteles de la droga en la ciudad colombiana de Medellín.

Nacido en Medellín en 1942 y naturalizado mexicano en 2007, donde vive desde 1971, Vallejo estudió filosofía y letras en universidades de Bogotá y dirección de cine en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma.

Entre sus obras también destacan las novelas Los días azules, El fuego secreto, Los caminos a Roma, Años de indulgencia, Entre fantasmas, El desbarrancadero, Mi hermano el alcalde, La Rambla paralelaEl don de la vida, Logoi, y La puta de Babilonia.

Vallejo dirigió las películas Crónica roja —que en 1979 recibió el Premio Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas a la Mejor Opera Prima—, y En la tormentaBarrio de campeones. También escribió el guión para la adaptación cinematográfica de La virgen de los sicarios, que se estrenó en 2000, y que fue dirigida por el director francés Barbet Schroeder.

El jurado que le otorgó el galardón a Vallejo estuvo integrado por Juan Cruz Ruiz, de España; Cecilia García Huidobro, de Chile; Calin Mihailescu, de Rumania; Julio Ortega, de Perú; Margarita Valencia, de Colombia; Jorge Volpi, de México, y Michael Wood, de Inglaterra, quienes definieron a Vallejo como una “figura verdaderamente original de la literatura en castellano”.

Borges en el corazón

Gay Talese

“Ahora, todo el mundo está en mi interior”, decía el escritor cuando la ceguera le iba permitiendo aislarse paulatinamente de las interferencias del mundo. A los 25 años de su muerte, el gran cronista estadounidense Gay Talese rememora la entrevista en la que lo conoció en Nueva York.

Lo que sigue es la reproducción del relato que escribí de mi única entrevista con Borges, que tenía entonces 62 años (y su madre, de 85), que llevamos a cabo en un hotel de Nueva York (creo que era el Algonquin, en la Calle 44 Oeste) y se publicó enThe New York Times el 31 de enero de 1962. En aquella época, yo tenía 30 años y era redactor del Times; aquel día mi redactor jefe me ordenó que fuera a entrevistar a Borges, cuya obra conocía por supuesto; me sentí ligeramente nervioso ante la perspectiva de conocer a la gran figura literaria en persona.

Nos encontramos en el vestíbulo del hotel, a la hora acordada, y, aunque yo sabía que era ciego, lo primero que me impresionó fue su aparente estado de alerta, la impresión que daba de enterarse de todo, sentado muy recto en una silla tapizada de respaldo alto, desde donde parecía observar las idas y venidas de docenas de huéspedes que recorrían el ruidoso vestíbulo. Junto a él se sentaba su madre, que, a pesar de tener 85 años, no aparentaba más de 60 y que, podría añadir, era de una belleza asombrosa para tener cualquier edad. Pensé que no podía haber sido más bella ni cuando tenía 25 años; porque, a los 85, irradiaba una vitalidad y una energía intemporales, y la suave piel de su rostro era la de una mujer bien conservada que (no me cabía la menor duda) debía de dedicarse a diario a mantener su atractivo; seguro que pasaba horas delante de un espejo con el fin de satisfacer su deseo de representar la perfección para todas las personas con las que se encontrase. Durante la entrevista que hice a su hijo, no pude evitar mirarla mientras nos escuchaba y, a veces, introducía alguna palabra para subrayar lo que estaba diciendo él.

La entrevista no duró más de media hora; he aquí, reproducido, el artículo que escribí en aquella memorable ocasión, en 1962, cuando conocí a Borges y a su inolvidable madre.

Como su padre y su abuelo, su bisabuelo y su tatarabuelo, Jorge Luis Borges se ha quedado poco a poco ciego. Pero hasta la ceguera, dice, tiene ventajas.

“Antes, el mundo exterior interfería demasiado”, me decía este intelectual argentino de 62 años ayer en Nueva York. “Ahora, todo el mundo está en mi interior. Y veo mejor, porque puedo ver todas las cosas que sueño. Fue una ceguera gradual, nada trágica”, continuó. “Si uno se queda ciego de pronto, el mundo se le hace añicos. Pero si primero pasa por un crepúsculo, el tiempo fluye de manera diferente. No es preciso hacer nada. Uno puede quedarse sentado. Las personas ciegas tienen mucha dulzura. Las sordas, en cambio, no. Las personas sordas son muy impacientes. A veces, la gente se ríe de los sordos. Nadie se ríe de un ciego”.

“El jueves”, dijo el doctor Borges, “doy una conferencia en… ¿En? ¿Cómo se llama ese sitio?”.

“Yale”, dijo su madre.

“Eso es, Yale”, siguió él. “Voy a hablar sobre William Henry Hudson, un escritor inglés nacido en Argentina. Y el 6 de febrero, estaré en Harvard. El 12 de febrero, en la Universidad de Columbia. Y el 14 de febrero, en Princeton. Hablaré de clásicos argentinos como el magnífico poema Martín Fierro, que trata de un gaucho y fue escrito en 1872 por Hernández. El gaucho es un personaje realista pero poco romántico; también presentaré al otro gran poeta argentino, Lugones, que tradujo a Homero al español”.

Durante toda su gira de conferencias, el doctor Borges contará con la ayuda de una memoria extraordinaria, casi absoluta -otra consecuencia de la ceguera-, y de su madre, que, a sus 85 años, parece tan dinámica y se conserva tan bien como una de esas atractivas mujeres de 60 años dadas al narcisismo, algo que no parece ser el caso de la señora Borges. La madre de Borges, como su hijo, pasó la mayor parte de sus años prerrevolucionarios en Buenos Aires luchando contra Juan Perón, y en una ocasión pasó una semana en la cárcel por participar en una manifestación contra él.

“Los escritores sufrieron mucho con el dictador”, asegura el doctor Borges, aunque igual de mala era la situación en Argentina hace 30 años, “cuando nos leíamos las obras y nos lavábamos la ropa unos a otros”. Pero hoy los escritores han progresado, y en especial él. Es autor de 30 libros de ensayo, poesía y relato, y su primera recopilación traducida al inglés saldrá publicada esta primavera en New Directions, bajo el título Labyrinth.

“No creo que Perón supiera que había literatura en su país”, opina el doctor Borges. “Nos puso todos los obstáculos posibles, pero lo que más le importaba, en realidad, era agitar a todo el mundo en contra de Estados Unidos y mandar a la gente a la cárcel”.

Aunque el doctor Borges no puede adivinar las consecuencias a largo plazo de la última reunión de la Organización de Estados Americanos en Punta del Este, Uruguay, dice que, “por desgracia”, Fidel Castro parece afianzado, y “los comunistas son muy listos”.

“Los estadounidenses son siempre unos incomprendidos”, añade. “Si dan dinero, la gente piensa que es un soborno. Si no lo dan…”, reflexiona, “quizá sea mejor”.

La madre del doctor Borges miró su reloj y le recordó que tenían una cita en otro lugar unos minutos después. Me puse de pie, les di la mano a los dos y les agradecí que me hubieran dedicado su tiempo. Volví corriendo al edificio de The New York Times, que estaba a solo dos manzanas, con la esperanza de escribir algo que hiciera justicia al rato que había pasado con aquel extraordinario hombre de letras y su madre. También pensé en lo que había dicho sobre las personas ciegas, sobre todo esta frase inolvidable: “Ahora, todo el mundo está en mi interior… Y veo mejor, porque puedo ver todas las cosas que sueño”.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. Gay Talese (Ocean City, Nueva Jersey, 1932) ha publicado recientemente en España Honrarás a tu padre (traducción de Patricia Torres Londoño. Alfaguara. Madrid, 2011. 640 páginas) y el año pasado Retratos y encuentros(Alfaguara) y La mujer de tu prójimo (Debate).

El nuevo Premio Formentor, para Carlos Fuentes

J. Rodríguez Marcos, El País

El galardón renace 50 años después de que lo ganaran Borges y Beckett

“Para mí es un honor recibir un premio que hace 50 años, cuando se concedió por primera vez, recayó en Borges y Beckett”, dice Carlos Fuentes por teléfono desde su casa de Londres. El escritor mexicano, de 82 años, se refiere al nuevo Premio Formentor de las Letras, que le fue concedido el 1 de agosto, por el conjunto de su obra.

El galardón otorgado al autor de Terra nostra supone la reencarnación del mítico premio que en 1961 impulsó Seix Barral con la colaboración de una decena de editoriales extranjeras, entre ellas Einaudi y Gallimard.  Aquella distinción tenía dos modalidades: el Prix International de Littérature y el Premio Formentor.  Uno reconocía a un escritor de resonancia mundial.  El otro, una novela presentada por alguno de los editores reunidos en el famoso hotel de la península mallorquina y que luego era publicada por todos los demás.  Samuel Beckett, Borges, Uwe Johnson, Saul Bellow y Witold Gombrowicz forman parte del primer palmarés.  Juan García Hortelano, Dacia Maraini, Jorge Semprún y Gisela Elsner, del segundo. Con el tiempo, el premio terminó concediéndose en Corfú, Salzburgo y Túnez hasta languidecer.

Aquella iniciativa, que abrió al mundo la edición española durante la dictadura franquista, no fue el único signo de vitalidad.  En 1959, Carlos Barral y Camilo José Cela habían organizado en el mismo hotel unas conversaciones de escritores no menos legendarias, y en 1962, la propia Seix Barral inauguraba el Premio Biblioteca Breve.  Cinco años más tarde recayó en Carlos Fuentes por Cambio de piel.

Hoy el panorama es muy distinto, en parte porque ya ha germinado la semilla sembrada en Mallorca. “Ya no hay un centro mundial de la edición”, afirma Fuentes, que el día 27 recibirá en el hotel Barceló Formento los 50.000 euros del galardón. “Todo está globalizado. Günter Grass, Nadine Gordimer y Juan Goytisolo son alemán, sudafricana y español pero son, sobre todo, novelistas. Antes, los americanos debíamos pasar obligatoriamente por Europa. Ahora son más bien los europeos los que deben pasar por América”. Para el Cervantes de 1987, la mundialización incluye a los autores de lo que él bautizó como territorio de La Mancha: “Hace dos años México fue el invitado al Salón del Libro de París.  Acudieron solo escritores traducidos al francés y había 42.  En los años sesenta los latinoamericanos traducidos eran apenas Carpentier y, otra vez, Borges”.

Juan Gabriel Vásquez, Premio Alfaguara de Novela 2011 por El ruido de las cosas al caer

Publicado por Alfaguara

El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez ha sido galardonado con el Premio Alfaguara de Novela 2011, dotado con 175.000 dólares (unos 133.306 €) y una escultura de Martín Chirino, por la obra El ruido de las cosas al caer, presentada bajo el título Todos los pilotos muertos y con el seudónimo Raúl K. Fen. El jurado, presidido por Bernardo Atxaga y compuesto por Gustavo Guerrero, Lola Larumbe, Candela Peña, Imma Turbau y Juan González, ha declarado ganadora la novela por unanimidad.

Un total de 608 manuscritos inéditos, escritos en castellano, han concurrido a esta XIV edición del Premio Alfaguara. De ellos, 231 proceden de España, 105 de Argentina, 99 de México, 46 de Colombia, 29 de Estados Unidos, 25 de Perú, 19 de Chile y 14 de Venezuela. También en Bolivia se han recibido 14 originales, 12 en Ecuador, 5 en Uruguay, 5 también en la República Dominicana y 4 en Paraguay.

Juan Gabriel Vásquez nació en Bogotá en 1973. Es autor del libro de relatos Los amantes de Todos los Santos (Alfaguara 2001) y de dos novelas. Los informantes fue elegida en Colombia como una de las novelas más importantes de los últimos veinticinco años y fue finalista del Independent Foreign Fiction Prize en el Reino Unido. Historia secreta de Costaguana ha obtenido el premio Qwerty a la mejor novela en castellano (Barcelona), el premio Fundación Libros & Letras (Bogotá) y está actualmente en la lista de los finalistas del finalista del Independent Foreign Fiction Prize que se falla el próximo 26 de mayo en Londres. Ha vivido en París y en las Ardenas belgas, y en 1999 se instaló definitivamente en Barcelona. Ha traducido obras de John Hersey, Victor Hugo y E. M. Forster, entre otros, y su labor periodística también es destacada: Vásquez es columnista del periódico colombiano El Espectador, y ganó el Premio de Periodismo Simón Bolívar con El arte de la distorsión, ensayo incluido en el libro del mismo título. También es autor de una breve biografía de Joseph Conrad, El hombre de ninguna parte (2007). Sus libros están traducidos a catorce lenguas.

El ruido de las cosas al caer se inicia con la exótica fuga y posterior caza de un hipopótamo, último vestigio del imposible zoológico con el que Pablo Escobar exhibía su poder. Ésta es la chispa que arranca los mecanismos de la memoria de Antonio Yammara, protagonista y narrador de El ruido de las cosas al caer, un negro balance de una época de terror y violencia, en una Bogotá descrita como un territorio literario lleno de significaciones.

En 1995, Antonio conoce al intrigante Ricardo Laverde, quien ha pasado veinte años en la cárcel. Laverde, de quien se sabe que fue piloto, forma parte de la parroquia de unos billares donde Yammara, joven profesor universitario de Derecho, consume el ocio de su última juventud. Entre los dos se fraguará una estrecha amistad, y Antonio, que pasa por la vida desdibujado por la duda, creerá ver en la experiencia torturada de su amigo un aviso.

Desde su primera edición, en 1998, han presidido el Premio Alfaguara: Carlos Fuentes, Eduardo Mendoza, Alfredo Bryce Echenique, Antonio Muñoz Molina, Jorge Semprún, Luis Mateo Díez, José Saramago, José Manuel Caballero Bonald, Ángeles Mastretta, Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez, Luis Goytisolo y Manuel Vicent.

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