Mi lectura del Quijote, segunda parte 12

Jorge Luis Contreras

DonQuijoteEl teatro es solo una representación.  Sancho vive, y en ese sentido es una extensión de don Quijote y su incuestionable vitalidad. Y es que el escudero ha visto que los collares y adornos de los actores eran tan falsos como un billete de quince quetzales. Hay que explicar el punto.  Didáctico el señor instruye al siervo.

Y si Dulcinea sigue embrujada. Y si solo simples como Sancho pueden ver su sin igual belleza. Y si los enviados penitentes no logran dar con ella cuando don Quijote los venza y los designe para mostrarle respeto y admiración a la dama… ¡Ah! El mundo de los sueños es un laberinto complicado de ver y no ver, de ser y parecer, de embrujos y malicias.

Se cuela por una rendija el Cervantes crítico, académico, teórico, y hace alusiones veladas a su propia producción teatral.  El pretexto es el extraño encuentro con la carreta de la muerte que terminó a la mala con el hidalgo afrentado y el escudero puesto en evidencia.

Ósmosis ha sido para Sancho el tiempo que han aventurado los amigos.  Ya hasta habla bien.  Ya hasta ironiza con alusiones a cierto abono orgánico que es un símil de las enseñanzas del hidalgo y que ha hecho florecer el mundo de las ideas del ingenuo escudero.

Pero el bosque guarda un secreto. Así como el desierto del Principito esconde el pozo. Hay un igual. Hay un quejoso caballero andante que sufre. Que tiene escudero. Que tiene dama. Que honra a su señora mientras la pone por encima de todas las demás.  Eso incluye a Dulcinea.  Eso hace que el resorte del amor levante a Quijano y lo ponga en guardia.

Dos diálogos ocurren paralelos.  Los dos señores en el filón hidalgo.  Los dos escuderos en un festín de dichos y anécdotas.

Hay en el aire un reflejo peligroso para nuestro héroe.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 11

Jorge Luis Contreras Molina

Quijote, vas por la noche

cuajada de voces,

menguado

hasta el alma

por la voz tosca

que quedó

del esperado canto

alucinador de Dulcinea.

Otra vez ganan los malos,

otra vez a tus ojos sorprendidos

acuden solo sombras,

solo ordinarias imágenes

de lo que tú sabes

es un pensamiento diáfano

hecho de cristales y éter

que puedes asir

si cierras los ojos.

Quijote, confrontas presto

a la muerte, al diablo, al cielo.

Quijote, amas la vida,

amas el teatro,

has amado siempre

tu fama de hombre libre,

de inquisidor profano.

Defiendes con armas y flores

a tu creador,

a tu manco fecundo

que a su imagen te hizo.

Demonios parlantes,

Muerte que es solo disfraz,

ángel que nada cuida,

emperador que es solo apariencia,

Cupido sin máscaras,

actores de autos,

todo un desfile de destinos,

todo un enjambre de reflejos,

un equívoco no más.

Cada cual a lo suyo,

todos a la senda

del devenir que es

un ir y marcharse

del gozo a la angustia

que nos juntan,

aunque las ideas

nos lleven a puertos hostiles.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 8

Jorge Luis Contreras

Escucho la voz del Quijote. Ya no hablamos así. Más bien no hemos sabido nunca hablar así.  Es gallardo el decir hidalgo, incuestionable.  Sancho topa su palabrería vulgar con el frontón del elevado tono discursivo del gigante enamorado.  Van al Toboso.

No es solo la profundidad del Quijote; es, y más contundente, la poética cadencia que embelesa al lector cuando Quijano expone sus argumentos.  Ángel es Dulcinea, ángel tiene la del Toboso, ángel como León Felipe llamaría a nuestra Isabel.

Don Quijote percibe, como siempre, simple a Sancho.  Le endilga, le acicatea, le declama, y, sobre todo, le declara que su amor por Dulcinea es una decisión. Sancho puede solo en su defensa anunciarse simple, transparente y fiel creyente.

Sancho, el simple Sancho, discurre largamente acerca de la trascendencia de los caballeros matagigantes y su inferior condición respecto de los santos mártires cristianos que llegan, incluso, a tener templos de veneración más solemnes que reyes y césares. Luego, colige, habrá que hacerse frailecillos humildes con pasaporte seguro al cielo.

Sancho es ahora hijo de la zozobra. Mintió a su señor acerca de Dulcinea.  La verdad asoma rauda cuando amanecen los héroes a las puertas del Toboso.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 4

Jorge Luis Contreras

Capítulo IV

La música de los peros ha dejado su lugar al resuelto caballero que ya se apresta a seguir la construcción de su sino. Sansón y Sancho han configurado el mapa que las noticias respecto de los compañeros debieron seguir.  Magistral ha estado el escudero.  Nos aclara que los dineros aquellos de los que se apropió, no solo se los quedó, si no que le han servido para comprar tiempo de aventuras.  La mujer de Sancho ha sido la recipiendaria de la plata, y esto ha sido razón suficiente para que acepte la lejanía de su futuro gobernador de ínsulas.

Otra vez el hidalgo pone como figura central a Dulcinea.  Esta debería ser motivo de un acróstico.  No sé si se escribirá, ni si lo hará Cervantes o destinará a algún personaje para tal empresa.  Me adelanto.  Esta es mi propuesta para el Caballero de la Triste figura.  Allá él si acepta mis dulcineas líneas.

Dulcinea del Toboso

Única gemela voz

Legítima visión de añoranzas

Centinela de las vigilias

Imagen ideal

Nostalgia de la ausencia

Emperatriz de los pensamientos

Anhelo del corazón

Distante gozo

Evocadora esperanza

Luna fugaz

Tertulia de las almas

Ofrenda vital

Búsqueda feliz

Ojos de llano

Soledad animosa

Otredad y pertenencia.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 2

Jorge Luis Contreras

Capítulo II

Perennes discusiones.  Queremos culpar a otros de lo que somos.  El medio, los amigos, las figuras de autoridad que pasan a ser culpables de mi nefanda manera de ser; pero nada nos impide ser buenos.

Los destinos de Sancho y Quijote están unidos, han sido aventuras de los dos vividas con simpleza o con grandeza amalgamadas en un sino de amistad misteriosa y trascendental. Uno es quizá el cuerpo, otro la cabeza; pero ambos son inseparables complementos.

Otra vez es la novela moderna, otra vez nos ofrece magistrales rasgos de lo que se venderá como novedad en el siglo XX.  Lenguaje figurado y objetos reales en la primera etapa de una narración, luego las figuras solas y poderosas bailando en la página y seduciéndonos la mente.

Señor y escudero están, según ellos, a solas.  Espías y emisarios escuchan que Sancho cuenta que el nombre del hidalgo está en entredicho.  Nada preocupa esto al que sabe que todos los grandes han sido falsamente denostados.

Hay un círculo denunciado por Sancho: un omnisciente escritor ha contado las intimidades de la pareja caminante.  El alto explica al simple que es, una vez más, un producto de los brujos.

Como don Quijote es un hombre práctico, amigo de realidades y enemigo de las oídas, manda que se busque la fuente de los decires que repite Sancho.  Ya se asoma el bachiller Sansón Carrasco y esta segunda parte intenta levantar un vuelo casi malogrado por cierto Avellaneda.

Mi lectura del Quijote, segunda parte

Jorge Luis Contreras

Capítulo 1

El principio de identidad se hace patente al leer el capítulo uno de la segunda parte del Quijote.  A la manera que propusiera Bloom (malas, así como fuertes lecturas) sigo con aire renovado la carismática tarea de asir al hidalgo en todas las facetas de su extraordinaria personalidad.  Quijote es igual a Quijote aunque en medio estén la desaprobación y la falsa tarea salvadora que proviene de espíritus chatos.

El héroe ha vuelto.  Cuando se le habla de trivialidades se lo ve cuerdo, pero no acepta historias cuando tiene que acudir al ser íntimo de su condición de caballero andante deshacedor de entuertos y salvador de desvalidas doncellas.

La sobrina, el barbero y el cura son, otra vez, la decoración insana de un mundo estático, gris, retorcido que, hincado, pretende persuadir al de la triste figura para que deje de ser.

Los redentores se escandalizan.  Don Quijote sabe que vive y morirá caballero con Dios de testigo aunque el barbero cuente moralizantes relatos de locos que fingen cordura.

Puesto que todo tiempo pasado fue mejor, don Quijote aboga por un reino que valore a sus andantes caballeros y los tenga como su reserva de invencibles.  Ante los detractores de la caballería pone su testimonio.  Él ha visto al Amadís de Gaula que valiente y corajudo era el más sensible y mesurado de los hombres.  Sabe que Roldán fue traicionado por Angélica porque esta era frívola aunque su hermosura fuera cantada por el mismo Lope.

El mundo de Heráclito corre como el río que no nos da las mismas aguas dos veces.  Pero, firme y claro está don Quijote para saludar a Parménides y ser la reserva moral de tiempos difíciles.

El Quijote, anotaciones de un lector 19

Jorge Luis Contreras Molina

Capítulos 49 y 50

Cacofonías. Y la voz de Sancho es la del inocente ambicioso que se ha ido transformando gracias a la cercanía del hidalgo Quijote.  Ya argumenta, ya anuncia que también el caballo está triste porque su amo no quiere entender que no hay encantamiento, que lo llevan a la mala, que le quieren vedar el derecho de ser, que le mueven el destino hacia la cordura indigna.

Y Sancho no es bueno para argumentar; pero es un hombre práctico que logra llevar al soñador hacia el terreno de la comprobación.  Si el hidalgo fuera de la jaula hace lo que todos los humanos, entonces ha sido engañado. Y sucede.  Don Quijote sale y vive su condición de normalidad; pero solo para anunciar que el hechizo es muy poderoso, tanto que hasta le permite actuar como todos.

El canónigo sigue espantado por el género de locura del caballero. Los libros son culpables del permanente delirio del héroe.  Lejos y volando está el Quijote que ahora arremete, con ciertísimos argumentos, contra falsas apariencias del canónigo.  Como la canción, Amadís es más verdad que la verdad. Falso el negador de hazañas, falso el obtuso horizonte del letrado, falsa la prisión, falsas las voces, falso el mundo que se rebela contra el único que vive de verdad.

Los libros de caballería, y más esta parodia magistral, nos hacen mejores seres humanos, destierran la melancolía, sanan, nos hacen valientes, diligentes, de buena sangre, generosos, corteses, atrevidos, sensibles, estoicos, caballeros, quijotes.

El Quijote, anotaciones de un lector 18

Jorge Luis Contreras

Capítulos 47 y 48

Los inquisidores murmuran y murmuran alrededor de argumentos pueriles respecto del valor de los libros de caballería.  Se hacen bolas diciéndose que esos textos no valen para nada más que para entretener; pero, como fantasean, hacen falsa la realidad, y precipitan lo verdadero en el abismo de lo maravilloso.  Estériles argumentos de hombres estériles, que analizan la vida de los otros con un cristal chato y ahumado.  Don Quijote va enjaulado, va amarrado, va contrariado, va, como siempre, cargado de estoica mesura.

El universo caballeresco con sus ideales luminosos y sus sombras constructoras de leyendas subversivas subyuga, empero, a los hablantes que intercalan más concesiones de las que quisieran. Cuando el prójimo es un alma gigante, un corazón enorme, no se puede, ni en la crítica, dejar de verse influido.  Y don Quijote, más que influjo, es un envolvente milagro avasallador de espíritus ordinarios.

Para salvarse de una existencia ordinaria don Quijote tomó la decisión de ser un héroe.  Ahora Sancho va a la carga tratando de hacer que su amo razone.  Intenta descubrir el engaño de los captores del hidalgo.  Pero, incólume, don Quijote muestra que su mundo es coherente y ahí solo pueden cura y barbero ser el engaño de un viejo enemigo mentiroso.

Sigue preso. Viene Ahora una larga charla con su escudero. El cortejo se ha detenido.