Mi lectura del Quijote, segunda parte 11

Jorge Luis Contreras Molina

Quijote, vas por la noche

cuajada de voces,

menguado

hasta el alma

por la voz tosca

que quedó

del esperado canto

alucinador de Dulcinea.

Otra vez ganan los malos,

otra vez a tus ojos sorprendidos

acuden solo sombras,

solo ordinarias imágenes

de lo que tú sabes

es un pensamiento diáfano

hecho de cristales y éter

que puedes asir

si cierras los ojos.

Quijote, confrontas presto

a la muerte, al diablo, al cielo.

Quijote, amas la vida,

amas el teatro,

has amado siempre

tu fama de hombre libre,

de inquisidor profano.

Defiendes con armas y flores

a tu creador,

a tu manco fecundo

que a su imagen te hizo.

Demonios parlantes,

Muerte que es solo disfraz,

ángel que nada cuida,

emperador que es solo apariencia,

Cupido sin máscaras,

actores de autos,

todo un desfile de destinos,

todo un enjambre de reflejos,

un equívoco no más.

Cada cual a lo suyo,

todos a la senda

del devenir que es

un ir y marcharse

del gozo a la angustia

que nos juntan,

aunque las ideas

nos lleven a puertos hostiles.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 9 y 10

Jorge Luis Contreras

La Sierra Morena está lejos dormida en el sueño del Quijote que ha hecho de sus experiencias motivos para soliloquios y recuerdos.  La Sierra Morena es el juez del pasado que amenaza al mentiroso escudero tartamudo presuroso y escapista indigno.

Ya que no hubo primer encuentro del escudero con la señora Dulcinea, ahora que el hidalgo pretende renovación de votos se nos revelan locuras nuevas que están más allá de las pretéritas.

Ya sale el hidalgo del pueblo.  Con engaños Sancho lo lleva al bosque para que espere su ansiada cita con la señora de sus pensamientos.

Sancho lleva mandato del psicólogo y brujo.  Debe observar los gestos de la dama y reportar.

A pocos metros el rusio se detiene.  Sancho se cuestiona en monólogo ingenioso y profundamente analítico.  Resuelve: a) que don Quijote está loco, b)que Sancho, también, un poco, c) que las visiones extrañas han sido muchas y pueden fabricarse a conveniencia…

Desfilan tres aldeanas, marchan cien mentiras sanchescas y se turba el corazón hidalgo.  El teatro está montado. Pero don Quijote nada ve.  Solo realidades.  Solo la verdad.  Es desdichado porque los encantadores –dice- gobiernan su vida y lo privan del grato encuentro añorado largamente.

En lugar de bendiciones dulces recibe pestilencia hombruna.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 4

Jorge Luis Contreras

Capítulo IV

La música de los peros ha dejado su lugar al resuelto caballero que ya se apresta a seguir la construcción de su sino. Sansón y Sancho han configurado el mapa que las noticias respecto de los compañeros debieron seguir.  Magistral ha estado el escudero.  Nos aclara que los dineros aquellos de los que se apropió, no solo se los quedó, si no que le han servido para comprar tiempo de aventuras.  La mujer de Sancho ha sido la recipiendaria de la plata, y esto ha sido razón suficiente para que acepte la lejanía de su futuro gobernador de ínsulas.

Otra vez el hidalgo pone como figura central a Dulcinea.  Esta debería ser motivo de un acróstico.  No sé si se escribirá, ni si lo hará Cervantes o destinará a algún personaje para tal empresa.  Me adelanto.  Esta es mi propuesta para el Caballero de la Triste figura.  Allá él si acepta mis dulcineas líneas.

Dulcinea del Toboso

Única gemela voz

Legítima visión de añoranzas

Centinela de las vigilias

Imagen ideal

Nostalgia de la ausencia

Emperatriz de los pensamientos

Anhelo del corazón

Distante gozo

Evocadora esperanza

Luna fugaz

Tertulia de las almas

Ofrenda vital

Búsqueda feliz

Ojos de llano

Soledad animosa

Otredad y pertenencia.

Mi lectura del Quijote, segunda parte 3

Jorge Luis Contreras

Capítulo III

Pulso. Sansón Carrasco, narrador del narrador; Sancho, sufrido ser amigo de verdades; y don Quijote, ingenuo amante de la grandeza; alternan voces para contar, corregir y revisar la vida que no se agosta, más bien anhela que el gigante soñador salga de la modorra de la convalecencia.

Escritores de lo obvio son aquí puestos en evidencia y enviados a lo más bajo de la jerarquía de los creadores.  El realismo de la novela es tal que surgen risas para contar de escritores cuyas letras no tienen relación alguna con los hechos contados.  Las metáforas son tan malas en estos pseudoliteratos que se hacen necesarias las glosas a razón de varias páginas por fragmento creado. Gallo mal pintado necesita de rótulo que aclare qué representa la amorfa figura que se expone. Esto es igual para la historia del caballero.  El moro contador puede haberse quedado corto o quizá torció la realidad vital de don Quijote. Carrasco lo defiende, el hidalgo desconfía.

El boom de 1605 ha hecho que no falte un don Quijote en cada casa respetable. Ya se empieza a inmortalizar a los personajes del relato.  La iniciada fe de erratas es interrumpida por la panza de Sancho que demanda atención. Pausa.

El Quijote, anotaciones de un lector 17

Jorge Luis Contreras

Capítulos 45 y 46.

Sancho y don Quijote se han mutuamente domesticado.  Esto en el único sentido posible: en la complementariedad, necesidad y búsqueda de los lazos propuestos en El Principito.

El mundo de don Quijote es un mundo de sueños, es un mudo de ilusiones, es un mundo de posibilidades mil con explicaciones para todo hecho.  Hay fantasmas, hay invenciones, hay honor, el eterno honor del hidalgo que siempre cumple sus promesas.

La novela se hace circular.  Todo pasa y todo está hecho de recuerdos vívidos que hacen mella. La flema del caballero, su estoicismo, su manera de soportarlo todo, todo. La estancia en la venta se hace insufrible.  Pero el trance de partir no puede ocurrir por las vías normales.  Hay ahí hasta delegados de la inquisición. Se necesita una fuga de novela. Histriónicos todos hacen que el drama suceda.  Don Quijote está cansado de sus muchas batallas y ahora duerme, y mientras lo hace es atado y puesto en  una cárcel peculiar que se explica como un encantamiento natural.  Todos siguen la corriente.  Sancho se preocupa. Se hace el intento de llevar a don Alonso de vuelta a casa.  Y, claro, las únicas armas que se pueden emplear son las del mundo de los libros de caballería.

Cervantes se hace buena prensa.  Si criticar quería los libros de caballería; poco a poco pierde la batalla.  Aquí habla de una de sus obras al tenor de voces inquisidoras de cierto canónico que de moral sabe mucho y de literatura, casi nada. Confirmado: es el Quijote una novela moderna.  Hay polifonía.

La vida es sueño y el hidalgo sabe soñar.

El Quijote, anotaciones de un lector 15

Capítulo 41

Cuatro circunstancias quedaron sin ser contadas.  El taciturno excautivo, exhijo querido, exespañol libre… vuelve a casa.  Marchito relata su peliculesca escapatoria de la rara prisión mora, cuenta las penurias del encierro suyo, narra la separación tristísima de la conversa que abandona a su padre, añora las perdidas riquezas que traía la mora Albertina (la de Proust) devota fiel de la Virgen María. Llegaron en barco a tierras cristianas. Se dispersaron los fugitivos. Unos a buscar familia y amigos, otro –el renegado- a buscar el perdón de la inquisición.

La bellísima Zoraida y el narrador van tras el pasado de él y lejos del de ella. Don Quijote escucha circunspecto.

Entre moros y cristianos reina la intolerancia. Unos a otros se combaten, se capturan, se esclavizan. Pero el amor puede botar estas barreras. Y más hermanadora que el amor, cierta lengua fronteriza que entienden todos: fieles, semifieles e infieles. A Cervantes lo salva la existencia de este idioma. Sin él su relato realista tendría baches evocadores de la mejor literatura fantástica.

El Quijote, anotaciones de un lector 14

Jorge Luis Contreras

Capítulos 39 y 40

Piratas, turcos sádicos, cristianos empalados, reyes moros crueles y valientes; Argel, la ciudad de Camus, nombres de defectos o de virtudes para llamar a la conciencia, cárcel bella porque esconde una libertad (como el raro desierto del Principito que oculta un pozo), conversos y falsos conversos, hombres de fe, mujeres que besan crucifijos y llaman a la Virgen Lela Marien… todo puesto en el vértigo de un relato más que en la posada se cuenta.  Un caballero ha retado al contador anterior diciendo que su historia es más verdadera (como la de Bernal) y más digna de ser contada.  Todo esto para la vanidad de Cervantes que se nombra en el relato como un cristiano emprendedor y aventurero que resulta inmune a las purgas que hacen los turcos.

El autor es, en esta parte del Quijote, el centro de atención.  Se desdobla como lo hará luego Víctor Hugo en Los miserables. Ya el capítulo treinta y ocho elogiaba a los hombres soldados y el hidalgo solo se arrepentía de no haber iniciado el ejercicio de las armas un poco más temprano.

Zoraida se ha convertido en cristiana y el narrador de esta historia le ha dado promesa de matrimonio.  En España… cuando sean libres.

El Quijote, anotaciones de un lector 12

Jorge Luis Contreras

Capítulos 32, 33, 34 y 35

Ilustración de Gustave Doré: Lotario corteja a Camila

Don Quijote duerme. Prosigue la lectura que da cuenta del impertinente Anselmo que para probar la entereza de su esposa Camila obliga a su entrañable amigo Lotario a cortejarla. Páginas llenas de razones para el no.  Hasta ejercicios de lógica silogística se ofrecen al desocupado lector. Se sabe que Lotario accede.  Se narra que el amigo traiciona a su incitador y que Camila sucumbe a los pedidos del, ahora, falso amigo.

Mientras esto sucede en el lejano mundo de las historias que se cuentan, en la realidad del dormido don Quijote hay una monumental batalla en la cual logra, luego de titánicos esfuerzos, vencer al gigante que tiene preso el reino micomicón.  Mata al gigante y corta su cabeza que sangrante rueda por el suelo del campo de la singular batalla.

Se establece el nexo.  Sancho que está más despierto que cualquiera, y atento a la llegada de su condado y su título nobiliario, y su mucho dinero, y su mucho poder… ha visto rodar, en la oscuridad del cuartucho donde yace el hidalgo, la cabeza del gigante.  Sancho es testigo.  Vio la sangre.  Vio los giros de la inerte bola. Su razón está nublada por la ambición.

En la realidad del ventero que acude al escuchar el escándalo del hidalgo que, una vez más, destruye su venta, no hay gigante.  La sangre es solo vino y la cabeza caída, odre rota.

El cansancio de don Quijote es la confirmación de que ha peleado y vencido.  Liberó el reino y cumple la promesa que lo tenía preso de la micomicona. El desconsuelo de Sancho es grande.  Si no hay cabeza sangrante y testiga, no hay condado.  El desconsuelo del ventero es grande.  Pierde, otra vez, su patrimonio.  La decisión de la esposa del ventero es firme.  Nadie puede salir de la venta si antes no se paga lo roto.

Goethe y Werther, su creación, mucho envidiarían el dramático final de la historia del impertinente Locadio. Muerto de amor en una provincia apartada.  Carta de perdón a la refugiada Camila que había huido con su amante.  Muerte del instrumento de la deshonra, Anselmo, en una batalla lejana.

Concluye la larga digresión.

El Quijote, anotaciones de un lector 11

Capítulos 28, 29, 30, 31

Más relatos novelescos.  Digo novelescos en el difundido sentido de las telenovelas del siglo XXI.  Intrigas, deshonras, traiciones, amores y desamores.  En escena vemos a Dorotea, casada con el traidor Fernando, huida a los bosques para sobrellevar las sucesivas traiciones de marido y guardianes amigos. El Roto se ha logrado mantener cuerdo un buen tiempo y aliados al barbero y al cura marchan engañando al hidalgo.  Nada raro, puesto que tratan de salvarlo de su locura. Sin embargo, Sucede algo extraordinario: Sancho, el simple, también camina engañado.  Sabe que sacan a su señor de las montañas, pero cree que lo llevan a la lucha caballeresca que, según él, debe terminar con la conquista del reino nicómino y el ansiado nombramiento de su escudero en alguna alcaldía.  Sancho y don Quijote marchan hermanados por la locura.  El primero a pie, el segundo en Rocinante.

Se equivoca Pessoa cuando dice que se puede no ser prisionero de nada.  Hasta don Quijote lo es del pasado que vuelve para sonrojarlo.  El indiscreto Sancho contó que el hidalgo había, por error, liberado a unos convictos. El Caballero de la Triste Figura calla, pero luego monta en cólera hasta que su promesa a la reina de Micomicón lo obliga a estar quieto.  El cura se salva de la ira de don Quijote.

Aparte.  Sancho es interrogado por don Quijote.  Todos sabemos, menos el hidalgo, que no hubo entrevista entre el escudero y la sin par Dulcinea.  Don Quijote da pistas respecto de la conducta de la dama.  Chistosamente Sancho replica.  Nada hace que la dignidad y altura de la señora se rebajen. Es un amor verdadero.  Es un amor subjetivo. El objeto no interesa.  El sujeto lo es todo.

Histriónica y sin necesidad de apuntador, Dorotea presenta su inventado relato cuyos destinatarios son todos: Cardenio (el Roto), el barbero, el cura, Sancho y don Quijote; pero que solo creen cierto el caballero y su escudero.

Bache. O descanso en el devenir novelesco. Marchan Sancho y don Quijote.  Con ellos, los presuntos salvadores cura y barbero, y los amantes sontos, Dorotea y Cardenio. Circulan. Vuelven a la venta donde mantearon a Sancho.  Ahí están todos.  El ventero es tan aficionado a las novelas de caballería que se tiene el temor de que haga la segunda parte del Quijote.  Se cuentan historias. Se cuentan historias.

El Quijote, anotaciones de un lector 10

Jorge Luis Contreras

Capítulos 26 y 27…

Don Quijote es un hombre libre porque puede elegir entre una forma de locura u otra, según el héroe caballeresco que sirva de modelo para llevarlo a la exageración del penitente que reza un millón de avemarías. El hombre ordinario que ha decidido subir se queda a sufrir su destino mientras Sancho, mensajero, desanda la ruta buscando el Toboso. Los fantasmas del pasado asechan en la forma del barbero y el cura que intentan salvar al Caballero de la Triste Figura que no necesita redención. Recuerdo un viejo poema mío.  Este:

DEFENSA DE LA LIBERTAD

Defender la libertad.

De los lobos y de

los que hacen concesiones;

de los que sólo sueñan

y de los que anhelan nada.

Defender la libertad.

De los que la niegan,

de los que la ofrecen a sorbos

con mil condiciones,

de los que creen no necesitarla,

de los que se atreven a perderla.

Defender la libertad

de los que la ponen en venta

y de los que se creen compradores, de los timoratos,

de los temerarios.

Defender, por principio, la libertad

de ser, de soñar, de errar y rectificar.

Defenderla de los absolutos

y de los relativistas.

De los simplistas

y de los, hasta el infinito, complicados.

Barbero y cura disfrazados, consiguen arrancar al Roto el final de una historia de traición y de amor que quedara inconclusa en capítulos anteriores. Lo de siempre: un poderoso que quita al inferior la única oveja que poseía.  Solo que esta vez la oveja parece haber querido el rapto. A los que hemos pensado en  la imposibilidad de que Cervantes haya escrito las sencillas Novelas ejemplares y el extraordinario don Quijote nos viene un punto en contra: este incrustado relato parece de novela ejemplar.